5 Razones de por qué los derechos animales son una cuestión feminista

Los derechos animales son una cuestión feminista. Ya está. Lo he dicho.

07 marzo 2021
New York, United States.

Los derechos animales son una cuestión feminista. Ya está. Lo he dicho.

De hecho, la cosificación y explotación de vidas y cuerpos animales debe ser objeto de gran escrutinio por las feministas, dado que el feminismo trata de combatir la forma en que el patriarcado rechaza los intereses de ciertos seres, para beneficio de otros designados arbitrariamente "superiores".

Lo que es aún más aterrador es que la vulnerabilidad de los animales se utiliza como justificación implícita para su abuso. En otras palabras, como los animales no pueden resistirse, dar o negar el consentimiento, u organizarse en oposición, nosotros, como seres humanos, sentimos que podemos hacer lo que nos plazca, generalmente bajo el disfraz de "cuidar" sus intereses.

Una serie de barreras generalmente impiden que muchos de nosotros entendamos la situación con los animales como opresiva. Como resultado, podría no ser obvio por qué algunas feministas sostienen que esto es una cuestión feminista.

Pero ES una cuestión feminista. Aquí hay cinco razones de por qué:

1. Los cuerpos animales también son cosificados

Ser cosificado significa que el cuerpo y la vida existen para el placer o el beneficio de otra persona.

Como feministas, la mayoría de nosotras somos bastante fluidas con la retórica de la cosificación cuando se trata de los cuerpos de las mujeres en los medios de comunicación. Por ejemplo, sabemos que las mujeres se reducen regularmente a objetos sexy en las historias de los hombres. También sabemos que las mujeres son sistemáticamente violadas, golpeadas, acosadas y asesinadas porque tendemos a ser vistas como objetos agradables para los hombres, en contraposición a ser sujetos plenamente sensibles que experimentan placer propio.

Como dice Jean Kilbourne, "... convertir un ser humano en una cosa, un objeto, es casi siempre el primer paso hacia la justificación de la violencia contra esa persona".

Cuando cosificas los cuerpos, ves estos cuerpos como cosas que te sirven para algún propósito específico. De manera similar, los cuerpos animales no humanos se reducen a cosas carnales (literalmente) que pueden ser consumidas, o usadas en proyectos científicos dolorosos o poco éticos.

Los cuerpos animales son considerados como "menos que". No son culturalmente vistos como seres independientes que experimentan dolor, placer y una gama de emociones, y que existen en las redes sociales. Debido a esto, los animales soportan horribles sistemas de violencia que a menudo ni siquiera son cuestionados.

Ser cosificado explica por qué tantas industrias usan ratones, monos, cerdos, conejos y otros animales no humanos en horribles pruebas científicas porque estamos condicionados a no tener consideración por ellos. Esto explica por qué los animales no humanos han soportado duras condiciones en la industria del entretenimiento como SeaWorld o incluso simios en películas y comerciales para que los humanos puedan reírse.

Se vuelve culturalmente inconveniente para nosotros cuando consideramos que los animales no tienen emociones, pueden experimentar dolor y depresión, etc.

La cosificación de los animales ha tenido tanto éxito que están completamente despojados de su subjetividad: su existencia es para nuestro uso.

2. Los cuerpos de animales son usados para normalizar la cultura de la violación

Los animales son sexados. Las torturas infligidas a los animales, por lo tanto, serán específicas de su sexo y no es de extrañar que para las hembras, su capacidad de procrear dicte cómo se controlará su cuerpo.

La agricultura industrial, y las medidas aún utilizadas en las granjas "felices", institucionalizan el sexo forzado y los sistemas de opresión violentos. La mayoría de los animales que mueren cada año se sacrifican a través del sistema de cría intensiva. Los animales hembra soportan una vida de violación repetida y embarazos perpetuos, y después de que se "gastan", son sacrificados.

Los "rape racks" -un término real de la industria para el dispositivo utilizado para sujetar a los animales durante la inseminación forzada- se utilizan para asegurar la impregnación constante de animales como vacas y cerdos, mientras que los pollos son criados para producir una cantidad abrumadora de huevos, lo cual produce una tensión increíble sobre su órganos reproductivos, causando dolencias dolorosas tales como el huevo vinculante y otras enfermedades.

Como feministas, consumir cuerpos de animales no humanos violados y torturados, mientras se lucha contra la cultura de la violación, parece un tema digno de estudio. También está el otro tema del control institucional del cuerpo de las mujeres...

3. La violencia doméstica daña a los animales

De acuerdo con un artículo del New York Times titulado "El abuso animal como pista sobre crueldades adicionales", Diana S. Urbano -representante estatal demócrata de Connecticut- declaró que "el abuso de los animales es uno de los cuatro indicadores que los técnicos en perfiles del F.B.I. utilizan para evaluar el comportamiento violento futuro".

Hay una clara correlación entre el daño a los animales no humanos al principio de tu vida, y luego dañar los seres humanos.

La American Humane Association afirma que en el 88% de los hogares en los que estaba presente el abuso infantil, el abuso animal estaba ocurriendo también. Para las mujeres que buscaron refugios, más de la mitad de estas mujeres declararon que sus violentas parejas sentimentales amenazaron con hacerle daño a sus mascotas.

La correlación entre la violencia contra los niños y las mujeres, y la violencia contra los animales no humanos muestra cómo el patriarcado perjudica a aquellas de nosotras que nos sentimos minoritarizadas y muchas veces, impotentes.

De hecho, muchos refugios de violencia doméstica y casas de acogida aceptan animales no humanos. Está demostrado que las mujeres tienden a no salir de los hogares abusivos, si no pueden llevar a sus animales de compañía con ellas porque temen por la vida de sus mascotas. Debido a esta fuerte correlación entre la violencia contra la mujer y la violencia contra los animales no humanos, la mayoría de los estados tienen penas de nivel de delito grave por crueldad animal.

La violencia es interseccional, conocer nuestros movimientos para poner fin a la violencia debe ser así. Los animales no humanos sufren bajo el patriarcado también.
Hablando de interseccionalidad….

 4. La interseccionalidad debe incluir TODOS los grupos oprimidos

Casi no existen comentarios de rosca feminista que no proclamen en alguna parte que "incluso los animales son tratados mejor que las mujeres!" Incluso en manifestaciones, tales como las recientes protestas en Ferguson, uno podría encontrar un lema como "un perro habría conseguido más respeto que Mike Brown!"

El lenguaje vinculado a los animales no humanos constantemente hace uso de una jerarquía moral que sugiere que ciertos cuerpos son más valiosos que otros, lo que en consecuencia sugiere que las dificultades de ciertos grupos son más importantes o significativas que otras.

Una reacción similar se ve reflejada también en el discurso asociado a los humanos cuando asumimos que la lucha de un grupo por sus derechos debe atraer nuestra atención más que las luchas por  los derechos de otros grupos, o que un grupo merece mejor tratamiento que otro a pesar de que ambos grupos son oprimidos.

Un gran ejemplo de esto ocurre en el feminismo transexclusivista radical [TERF] en donde las feministas cis excluyen a las trans porque no creen que estas últimas experimenten la opresión en la misma forma que ellas.

O tengamos en cuenta a algunas feministas blancas que no creen que el racismo sea de importancia en su lucha feminista porque la opresión de “género” es un asunto más urgente, a pesar de que las mujeres de color experimentan opresión de género racial.

La interseccionalidad es un desarrollo teórico que nos ayuda a tratar con tales actitudes. La interseccionalidad nos ayuda a ver conecciones entre sistemas de opresión.

La realidad es la siguiente: la gente de color, las mujeres, las personas con discapacidades, la comunidad LGTBTQIA+, etc. lo tienen bastante difícil. Y los animales también lo tienen bastante difícil, especialmente aquellos que son considerados útiles mientras que puedan ser consumidos ya sea como carne o producto lácteo.

Es ridículo intentar clasificar cómo de difícil lo tiene cada grupo, o asumir que toda nuestra atención debe ser dirigida a la lucha por los derechos de un grupo, o pensar que si una gran parte de nuestra atención está puesta en un determinado grupo en un determinado momento, esto quiere decir que los otros grupos son menos importantes o que “lo tienen más fácil.”

Todos estos círculos de opresión son derivados del mismo mal sistemático -un mal que está impregnado profundamente en la supremacía patriarcal blanca.

Declarar que uno de estos grupos es “tratado mejor” que el otro es obviar completamente las formas en que estas opresiones están entrelazadas e incluso dependen la una de la otra.

5. Nuestra sociedad también difunde mentiras acerca de los animales

La mayoría de nosotras, como feministas, ya sabemos que los guiones culturales se utilizan para naturalizar a los comportamientos problemáticos.

Sabemos que "los hombres son así" es una manera de desviar la evaluación crítica de por qué a los hombres se les permite salirse del tiesto con comportamientos violentos y destructivos. Es más fácil decir "los hombres son naturalmente de esa manera", que comprometerse con los sistemas de género que produce cuerpos culturales que actúan de manera específica.

También vemos guiones que dicen "bueno, los hombres son más sexuales que las mujeres" para explicar por qué las películas cuentan sólo con predominio de mujeres desnudas y no hombres desnudos. Utilizamos esta misma secuencia de pensamientos para explicar por qué sucede la violación. Es una forma de naturalizar las relaciones sexuales donde hay una asimetría de poder.

De forma similar, hay creencias en entornos donde se comen animales que naturalizan sistemas horribles de opresión. Mucha gente dice: “nunca podría dejar la carne” o “nunca podría ser vegano porque me encanta el queso”.

Aún si las hamburguesas y el queso tienen un gran sabor, esta creencia nos desvía de la realidad sistémica en la que los animales no humanos son torturados, sacrificados y violados para que podamos comerlos para satisfacer nuestra adicción al sabor.

El desinterés por la violencia nunca debería ser fomentado en ningún movimiento de justicia social.

Las creencias culturales perpetúan mitos y tradiciones. Por ejemplo, existe la creencia de que la proteína sólo puede venir de los cuerpos de los animales a pesar de que existen buenas fuentes de proteína en otras partes.

Además, no hay que olvidar el mito que dice que matar a un animal de forma “humana” es de alguna forma mejor que las condiciones de producción industrial de los animales de granja -un mito extraño si tenemos en cuenta que las contradictorias palabras “humana” y “matar” están en la misma frase-, y que el abuso es desenfrenado en las granjas ecológicas.

Esas creencias nos permiten sentir cómodos con comportamientos problemáticos. Nos permiten desviar la responsabilidad de las decisiones que tenemos el poder de tomar.


Como feministas, tenemos que politizar aún más las cosas aparentemente mundanas en nuestras vidas, al igual que los alimentos que consumimos. La Dr. A. Breeze Harper, creadora del Sistah Vegan Project, establece lo siguiente:

"Simplemente no puedo mirar a la comida como un “objeto mundano diario”. Entiendo las interpretaciones de la comida como algo que representa las ideologías de toda una cultura. Por ejemplo, la comida puede decirme las expectativas de una sociedad sobre su sexualidad, los roles de género, jerarquías raciales de poder y habilidad".

El pensamiento con preguntas críticas acerca de nuestras dietas, además de revisar los cuerpos de los que hablamos en nuestra teoría feminista, es uno de los primeros pasos en descolonizar nuestras mentes y cuerpos del patriarcado.

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