¿La fiesta brava merece morir o no?Colombia emprende debate sobre la tauromaquia

¿La fiesta brava merece morir o no?Debate entre un ex-matador y codirectora de AnimaNaturalis en Colombia

01 agosto 2010
Colombia.

 

Colombia. Entrevista en El Tiempo - Domingo 1 de agosto de 2010
Foto: Archivo particular - Federico Puyo / EL TIEMPO

 

 

César Rincón dice que sin corridas los toros de lidia desaparecerán.
Andrea Padilla es codirectora de AnimaNaturalis Internacional en Colombia y Agenda Animal Bogotá. Estas son sus respuestas:

 

¿Deberían prohibirse las corridas de toros en Colombia? Deberían prohibirse, sin duda alguna. Las corridas de toros son una expresión del ejercicio injusto del poder sobre el cual se ha cimentado la cultura occidental. El mundo actual está asistiendo a una profunda transformación de las formas de relación entre los seres humanos y los demás animales, que nos obliga a replantear viejas tradiciones con las cuales ya no se identifica la mayoría de los colombianos. Hemos de erradicar la crueldad tanto como podamos, empezando por las prácticas que nos mantienen sumidos en una suerte de resignación a la violencia.

¿Es válido considerarlas como parte de nuestra tradición y herencia cultural, por ende, como algo que hay que mantener? Aún si fueran parte de nuestra tradición, tenemos la obligación moral de cuestionar su actualidad y pertinencia de cara al país que soñamos. Las tradiciones no están exentas de cuestionamientos éticos y toda herencia cultural es susceptible de ser revaluada de cara a las nuevas mentalidades y sensibilidades culturales. La misma España está aboliendo prácticas crueles que hacían parte de su legado cultural y religioso. Defender lo tradicional por el simple hecho de serlo es renunciar al derecho a la crítica. El sometimiento al dictado de la tradición inmoviliza a una sociedad. Si la cultura fuera inmutable, estaríamos aún en los sacrificios humanos en lugar de los derechos humanos.

Para algunos, las corridas son un intolerable ejemplo de maltrato a los animales y para otros, un arte. ¿En qué bando se ubica y qué argumentos usaría para defender o atacar cada una de las dos anteriores ideas? Las corridas de toros son una práctica de extrema crueldad contra seres que, por su constitución biológica, experimentan placer, dolor y sufrimiento. Aún si aceptáramos que son un arte, lo cual no deja de ser un simple rótulo, no por ello están exentas de responsabilidades éticas, y en este caso, el límite lo impone el hecho de que esté en juego la vida de un ser sintiente ¿Tiene un torero derecho a torturar a un animal salvaguardándose en su supuesta “inmunidad artística”? Siempre se ha dicho que en el arte es legítimo realizar cualquier fantasía por violenta o controversial que sea, mientras se trate de una representación, y es allí donde radica la principal objeción con las corridas de toros: lo que sucede en el ruedo no es una representación, son seis animales que mueren ahogados en su propia sangre. Por esta razón, el toreo no es una simple cuestión de gustos particulares.

¿Se podría llegar en Colombia a un punto medio en el que se eliminen del toreo los actos considerados de crueldad: como la muerte del toro, las banderillas y la pica, como se hizo en países como Portugal? Sería interesante dar el debate, pero los empresarios taurinos, al menos en Colombia, siempre han afirmado que las corridas incruentas son un atentado a la esencia  de misma de la fiesta taurina y es ir en contra de los pilares fundamentales del toreo, calificándolas incluso de parodia y pantomima. Ello ratifica nuestra idea de que el divertimiento de este espectáculo radica en la crueldad que se ejerce contra un animal sintiente; de lo contrario, no habría oposición. Los taurinos quieren la muerte del toro; la violencia hecha espectáculo.

Para los detractores: ¿No es un acto de intolerancia cultural censurar tan radicalmente a las personas que asisten y disfrutan este espectáculo con claras raíces históricas en nuestra cultura? La intolerancia es no reconocer el derecho de los demás animales a vivir una vida libre de sufrimiento y en condiciones naturales. Si nuestro desarrollo mental y cultural nos permitiese aspirar a que esta práctica muriese de muerte natural, como dice Vargas Llosa, no estaríamos hoy de cara a este debate; pero como no es así, es nuestro deber hacer una defensa decidida del derecho de los animales a no ser sometidos a tratos crueles. Es la vida de seres sintientes lo que esta en juego ¿Será que las luchas de oposición a las discriminaciones con base en el sexo o en la raza fueron consideradas intolerancias culturales? De no haber existido una fuerza de cambio, quizás aun estaríamos sumidos en esas viejas prácticas que hoy son inaceptables.

Para los defensores: ¿Qué justifica que un animal sufra para que unos cuantos seres humanos disfruten?  Ojalá llegue el día en que ni siquiera tengamos que plantearnos esta pregunta que hoy, infortunadamente, es necesaria. Nada justifica que mantengamos prácticas violentas por el simple divertimento de unos pocos... o de muchos. Si bien hoy los defensores de las corridas de toros son una minoría estadística, no por ello debe ser protegida esta práctica. La protección de los derechos de una minoría, que en este caso son extremadamente banales, no debe hacerse a costa de la muerte y el sufrimiento de seres sintientes. Como lo dijo el Magistrado Palacio en su ponencia con la cual dio salvamento de voto a la demanda que se interpuso contra el artículo 7 de la Ley 84 de 1989 en el año 2009, no se puede privilegiar los derechos derivados de la cultura al derecho que tienen los animales a no ser maltratados o sometidos a tratos crueles por la simple diversión de los seres humanos.

Los defensores de las corridas de toros alegan que si estas se acaban, la raza de los toros de lidia también, pues son criados específicamente para este propósito. ¿Qué opina? Este argumento falaz es uno de los más recientes de los defensores de las corridas de toros que ahora son ecologistas. El toro de lidia no es una especie, es una raza, y por ende, es artificial; de modo tal que si desapareciese, no tendría mayor impacto a nivel ambiental. Defender las corridas de toros tras el disfraz de una defensa pseudoecologista no es sano para nadie. ¿Aceptaríamos mantener una raza de perros creada artificialmente con el objetivo de lucrarnos en las repugnantes peleas de perros que hoy son ilegales? Es exactamente lo mismo. Las razas o las especies no son las que sufren: los que sufren son los individuos, y es allí donde debe plantearse la discusión.

Fuente: Agenda Animal

 


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