Tanto la presidenta de la Sociedad Protectora de Animales de Guayana, Charito Horrillo -quien por cierto también perdió la falange del dedo medio de su mano derecha en las fauces de uno de los jaguares del parque hace dos años- y el doctor Hernán Castellanos, biólogo profesor de postgrado de la Uneg, dicen que el zoológico ya no es zoológico, ahora es un depósito de animales que no reúne las condiciones necesarias para brindarle al visitante regional, nacional e internacional la garantía de una estadía segura dentro de sus instalaciones, los por qué vamos a empezar a enumerarlos... durante los años 60 cuando el parque se fundó con la finalidad de brindar un refugio a las especies autóctonas que vivían en su hábitat, hoy embalse de Guri, fueron trasladadas por CVG Edelca a lo que hoy es el parque Loefling, hasta la década de los años 80 llegaron los años dorados del parque, cuando existía el Centro de Enseñanza de Biodiversidad y guía permanente al visitante, que después fue cayendo en rápido deterioro. En el año 96 la CVG pidió al biólogo Castellano que presentara un proyecto de reestructuración del parque, para adaptarlo a las normas internacionales de zoológicos y refugios de especies en peligro de extinción, el experto lo presentó y de allí en adelante en eso se quedó todo: en presentaciones, estudios van y estudios vienen y luego a la gaveta del olvido.
Paralelo a esto el parque continúa claudicando ante la falta de mantenimiento, recursos y personal suficiente para atender 200 hectáreas de áreas verdes, donde había cualquier cantidad de animales en jaulas y otros en conservación in situ o liberación de especies silvestres no peligrosas, casi todas han pasado a la historia, ¿se acuerdan cuando desde afuera pasábamos y veíamos venados, váquiros, dantas y otros? bueno eso ya no existe, porque la caza indiscriminada hizo fiesta dentro del parque y los desapareció. ¿De quién es la culpa?... ¿dónde están las medidas de seguridad?...
Hablemos de las jaulas, no son las mejores, están deterioradas, su mantenimiento o reestructuración completa es costosa, lo cual me consta porque el parque zoológico de Maracaibo el cual en los años 80 estaba peor que este, en su proceso de rehabilitación realizado por Fundación Polar una de las cosas más costosas fueron las jaulas nuevas, aquí solo se ha reforzado el enrejado pero eso no es suficiente, porque cualquier niño puede meter su mano y para muestra un botón con lo que le pasó a Abraham, y es que los pequeños, quienes no tienen guías que les digan que deben o no deben hacer cuando llegan al parque, le meten la mano a la jaula de Simba, el jaguar, para darle pepitos.
¿Dónde está la inducción, la educación ambiental, los folletos, los trípticos, las nomenclaturas o señalizaciones que deben existir en un parque zoológico? No sabemos... ¿conciencia ecológica en Guayana, con qué se come eso? No la hay, muchos por ignorancia no saben cómo deben comportarse frente a una especie salvaje, volvemos a la inducción, no la hay, no existe... ¿qué hacer entonces? ¿clausurar el parque?, ¿donar a los animales que no son vacunados?, que según los expertos que denuncian a esta periodista no están registrados en un censo, ¿Qué pasa con la alimentación? ¿es la idónea? ¿tienen una dieta regulada según las reglas alimenticias establecidas en una institución como esta?... no creen ustedes que en esta historia hay muchas interrogantes, que dicho sea de paso quedamos en espera de una respuesta por parte del ingeniero Noel Zacur, vicepresidente de Desarrollo Agrícola a quien fuimos a visitar para conocer si la CVG tiene algún proyecto ya cristalizado sobre el parque y su reacondicionamiento, pero nunca nos atendió, le dejamos nuestros teléfonos y nunca nos llamó para derecho a réplica, creo que la mejor estrategia comunicacional es dar la cara si no se teme nada y decir su verdad, si hay fallas aceptarlas y corregirlas queda mejor parada la Institución y él, pero bueno así están las cosas. La solución más expedita sería crear una fundación que reúna fondos para el mantenimiento del zoológico pero la política y la cochina burocracia así como los intereses particulares y la mezquindad de muchos, pueden más que las soluciones a los problemas que permitirían a los guayaneses sentirse orgullosos de un parque que les pertenece, que es de ellos, no de la CVG ni de ningún organismo.
El Cachamay y el Loefling son de todos, es un legado para las nuevas generaciones que quizás no tengan la oportunidad de conocer a las especies autóctonas de la Amazonia que muere todos los días un poquito en manos del inclemente humano.
Será hasta la próxima...
Lorena Cañas
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