Como organizaciones en defensa de los animales tenemos el deber de informar que la situación de los no humanos que no tienen un hogar, lejos de resolverse, cada vez se agrava más.
El maltrato no es exclusivo hacia animales en situación de calle: perros y gatos bajo el cuidado del ser humano también son víctimas de abuso, como demuestran casos recientes como el de Zapopan Jalisco, en el que un hombre que aparentemente estaba bajo el influjo de alguna droga, lanzó desde el segundo piso a un perro de raza Pitbull, provocándole la muerte debido a las lesiones causadas por la caída.
Lo más penoso es que los policías de Zapopan desconocen que el maltrato animal se ha incluido en el Código Penal del estado de Jalisco, por lo que ciudadanos de esta localidad exigen cárcel para el hombre que, según los vecinos, maltrataba constantemente a éste y a otros dos perros e incluso abusaba sexualmente de ellos. Los hechos se han confirmado con la valoración médica hecha al cuerpo del Pitbull.
Un estudio hecho en Estados Unidos comprobó que no todos los maltratadores de animales se convierten en asesinos en serie, pero todos los asesinos en serie tienen antecedentes de maltrato a animales.
En los hogares violentos los animales son utilizados y maltratados de forma habitual con la finalidad de amenazar o intimidar a los niños, mujeres y ancianos.
En muchas ocasiones, este maltrato se hace principalmente para poder ejercer poder y dominación sobre la víctima a través del chantaje.
Hace más de 20 años se llevaron a cabo investigaciones que relacionan el maltrato infantil con el maltrato a animales. En el 66% de los casos el padre agresor había matado o herido al animal de compañía para inculcar disciplina al hijo en hogares que cumplían criterios legales de maltrato infantil; el 88% de las familias en las que se detectó maltrato físico infantil también acontecía maltrato al animal doméstico (DeViney, Dickert & Lockwood,1983). En familias disfuncionales, los niños pueden aprender que los animales pueden ser maltratados e incluso que la conducta agresiva es aceptable hacia humanos (White & Shapiro, 1994). Algunos niños se identifican con el agresor (que puede maltratarlos a ellos o al cónyuge además de a los animales), y se convierten ellos mismos en agresores (Gil, 1994).
Te invitamos a hacer conciencia: quien no respeta la vida de un animal, difícilmente respetará la de otro ser humano.
Tú puedes hacer la diferencia promoviendo la tenencia responsable, los beneficios de la esterilización y la adopción.
Los animales no son de la calle, ellos nos necesitan. Adopta, esteriliza, cuida.
Berenice Sarabia
Coordinadora del Área de Animales de compañía de AnimaNaturalis en México
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