Reconsiderando la cuestión animal: el caso Christopher R. Márquez y otras víctimas invisibles

La noticia del brutal asesinato en Chihuahua de Christopher Raymundo Márquez, un niño de seis años, a manos de cinco adolescentes el pasado jueves 14 de mayo, ha conmocionado al país. La violencia hacia animales no humanos precedió este crimen.

22 mayo 2015
Aquiles De Serdán, México.

No consideramos necesario repetir aquí los detalles del terrible asesinato del menor Christopher R. Márquez, pero creemos necesario retomar ciertos detalles en torno a hechos que, aunque parecen periféricos, son en realidad muy significativos. Hablamos de la violencia hacia los animales que precedió el asesinato del niño.

Entre las diversas notas publicadas en estos días, los presuntos asesinos son señalados por los vecinos como “psicópatas de animales”. Lo que más sorprendía a los vecinos era la forma en que estos adolescentes mataban perros, gatos y gallinas hurtadas. A los primeros les cortaban la cabeza y desollaban; a las gallinas las abrían para después arrojar los restos a las casas vecinas.
 
En una entrevista telefónica pedimos a Fernando Luna, licenciado en psicología, maestro en filosofía y activista independiente, que nos diera sus impresiones sobre la cuestión animal en este acontecimiento. Esto fue lo que nos señaló:

“En lo tocante a lo animal, también vemos una preocupación en la población por lo ocurrido; las personas notan la indiferencia en la forma despectiva en que se hace referencia a los animales y se preocupan por los daños que los animales sufren a manos de los agresores. Pero lo curioso de esta preocupación es que no se centra en los animales mismos, sino en que los torturadores representan un peligro potencial para otros humanos; es decir, la agresión al animal no humano queda solo como una luz preventiva que, con suerte, advertirá el daño a los humanos. Una luz que se olvidará una vez que se haya apagado.

No es de extrañar que sea así, que incluso las mismas personas que se muestran empáticas con los animales no humanos no los consideren ni siquiera como víctimas secundarias sino como meros accesorios desechables; los demás animales no poseen el mejor estatus en nuestro contexto, son objetos prescindibles, en las notas abundan evidencias de esto.
 
En los relatos de los vecinos, quienes repudian el lamentable hecho, se ve que un perro no tiene mucho valor, a comparación de un humano: ‘No mataron a un perro, era un niño de tan solo seis años’. De igual manera aparece en las recriminaciones de la madre del pequeño, aclarando a las autoridades que pretenden soltar a los probables responsables del homicidio: ‘¿Cómo los van a soltar? No es un perro que hayan agarrado así nomás, es un niño que mataron con saña’ ”.

Parece que en nuestra sociedad un animal no humano no vale mucho que digamos: basta ser perro para que esté justificado ser asesinado por adolecentes sin otra cosa que hacer. Si creemos en la validez de la idea de que los torturadores de animales son potenciales asesinos de humanos, entonces deberíamos empezar a valorar en toda su dimensión la vida de los animales de otras especies en sí mismas. En cuestión de tortura, violencia y asesinato animal no es que se “evolucione” en importancia de víctimas según la especie, es que lo importante es que ninguna especie sea víctima.



Haydée Alfaro

Fotografía: juareznoticias.com

Más información sobre el tema: Introducción al concepto de maltrato hacia animales y humanos

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