La carrera humana que había convocado PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) para protestar contra los encierros y corridas de toros de los sanfermines en Pamplona, España, se vio frustrada debido a la represión policial.
La carrera humana que había convocado PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) para protestar contra los encierros y corridas de toros de los sanfermines en Pamplona, España, se vio frustrada debido a la represión policial.
Varias decenas de activistas de todo el mundo se concentraron el sábado al medio día en los corrales de Santo Domingo en Pamplona, para realizar una carrera humana en señal de protesta contra la crueldad que representa la tauromaquia. Algunos estaban desnudos, con los cuerpos escritos con consignas como “stop tortura”, “dejad a los toros en paz”, “no corridas de toros”, otros tantos portaban cuernos de plástico y pancartas con imágenes sangrientas de lo que sucede en la arena.
No se nos permitió avanzar, se nos mantuvo rodeados y en algún momento uno de los activistas fue empujado por un guarda de seguridad. Con la mirada perdida, de vez en cuando distraída por la desnudez de los participantes, estos “vigilantes del orden” se mostraron prepotentes y con aires de grandeza. ¡Valiente cosa contener a seres humanos desnudos!
La poca gente que podía observar el evento era también indiferente: algunos se reían, otros miraban seriamente, pero nadie se unió a nuestra lucha. Sin embargo, no dejamos de gritar lo que queríamos: Liberación animal, cultura sin tortura, libertad de expresión, no violencia, no más sangre.
La gran mayoría de la gente que asiste a esta fiesta, son turistas ignorantes de lo que su dinero está pagando: Diariamente 6 toros corren por las calles de Pamplona perseguidos por una multitud de individuos que los azuzan y que van delante o detrás de ellos, pegándoles y lanzándoles objetos. Pero aquí no termina el asunto. Esos mismos toros que corren por la mañana, son asesinados en la plaza en una corrida. Hagamos cuentas: 6 toros cada día, durante 10 días que dura la fiesta, son 60 toros torturados y matados de forma lenta y cruel en una semana.
Eso es la fiesta de San Fermín, ¿qué habrá hecho ese santo para que le colgaran el milagrito de cargar con tantas muertes de inocentes?
Pero así es España, el país del vino y el jamón, de las castañuelas y el abanico. Un país que sigue asociando la tortura con la cultura y que se niega a perder lo que algunos de sus habitantes consideran “tradición”.
La fiesta no terminaría si se suprimieran las corridas de toros, si se acabara el encierro de los toros. ¿Acaso no somos capaces de divertirnos sin causar dolor? Barbarie en nombre de la cultura, de la tradición. Respetemos entonces a los talibanes y la supresión del clítoris, no nos horroricemos ante la imagen del circo romano. Supongo que aquello también era “divertido” para los espectadores...
Los turistas mantienen esta fiesta y muchos de ellos son ignorantes de lo que sucede al caer la tarde, mientras ellos disfrutan unas cervezas en el bar más próximo. Quisimos informar, quisimos que ellos supieran lo que realmente es la “pamplonada”. Quisimos también que Pamplona supiera que no apoyamos ese tipo de festejos, donde mueren seres sintientes. Fuimos rodeados, contenidos, pero no pudieron callarnos. Una vez más quienes trabajamos por la liberación animal fuimos la voz de aquellos que no pueden defenderse.
Y lo seguiremos siendo.
Leonora Esquivel Frías, activista
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