Llegó el mes de septiembre (mes de la patria en Chile) y con él, la exposición de las más tristes y denigrantes tradiciones: rodeos, circos que utilizan animales, carreras de perros, salto del ganso a caballo, domaduras y una lamentable, larga y triste lista de torturas animales... ¿Hasta cuándo las personas seguirán sintiéndose con derecho a divertirse a costa del sufrimiento de otros seres vivos?

Las tradiciones que involucran animales no humanos en sus celebraciones y fiestas no son  algo desconocido. Si bien en paí­ses como Chile y Argentina no se celebran corridas de toros, el rodeo y otras manifestaciones "artí­sticas y deportivas" sí­ hacen de los animales no humanos invitados obligados que no disfrutan con el desarrollo de estas fiestas: carreras, escapadas, golpes, encierros, persecución y hostigamiento son las claves de estos deportes que dicen reflejar el alma de nuestros pueblos.

La llamada "fiesta nacional de Chile" (considerada, por tanto, la celebración popular nacional más importante) es el rodeo. En él, dos jinetes persiguen a un novillo (vaquilla o vaca) dentro de una medialuna, arreándolo hasta las zonas de "atajada", compuesta por un par de quinchas acolchadas. La atajada consiste en acorralar y golpear a la res contra esta zona acolchada y, según qué parte de cuerpo de la res haya sido atajada, los jinetes ganarán "puntos". Con una estricta reglamentación y normativa (sólo pueden correr caballos de raza pura debidamente inscritos, y jinetes con el atuendo de huaso completo), cada dupla de jinetes compite para conseguir la mayor cantidad de puntos y coronarse como campeones.

La Federación de Rodeo y Criadores de Caballos de Chile afirma que: €œA pesar de ser un deporte chileno con más de 400 años de tradición, el rodeo recién fue reconocido como deporte nacional en 1962, afiliado al Comité Olí­mpico de Chile." Desde entonces, el rodeo se ha convertido en tortura oficializada y permitida por las autoridades y por la ley.

Las domaduras, por su parte, equivalen a lo que se denomina Rodeo en Norteamérica: consisten en domar a caballos, potros o novillos indómitos, haciendo que un jinete se siente sobre el lomo del animal. í‰ste no sólo puede salir perjudicado a raí­z de una mala caí­da, sino también el osado y valiente jinete.

Por su parte, el salto del ganso a caballo consiste en colgar en un arco de gran altura a un ganso vivo, pendiendo de sus patas. El juego consiste en que los jinetes pasen corriendo bajo el arco, intentando agarrar al ganso. El premio será para quien logre descuajar al ganso y llevárselo en su propia mano...  No es difí­cil imaginar el panorama de un ganso aterrorizado, desplumado, tratando de zafarse de las manos que quieren apresarlo, hasta que algún diestro jinete logra arrancarlo del arco. En el mejor de los casos, el ganso muere inmediatamente destazado.

Sobre el supuesto carácter cultural de estas prácticas, las autoridades del rodeo chileno afirman: "Todas estos deportes y juegos involucran una tradición popular chilena, en la que se promueven costumbres, valores, oficios, vestuarios y objetos que son expresión de nuestra cultura rural y popular, que constituyen un valioso patrimonio vivo."

Pero ése es, precisamente, un aspecto problemático: permitir que una cultura, una identidad nacional y un edificio de tradiciones se sustente en actos de crueldad y maltrato animal. El ganso, la vaca, el ternero, los perros, los caballos...  sufren heridas, golpes y estrés a raí­z de estas actividades que divierten a unas pocas personas.

Si bien tanto el rodeo como las domaduras tuvieron su origen en actividades ligadas propiamente a la agricultura (conteo y adiestramiento de los caballos y reses), hoy en dí­a, no sólo ya no tienen ninguna razón de ser, sino que se mantienen exclusivamente por el beneficio económico que de ellas extraen los recintos, los organizadores, los municipios, etc.

Fuentes: Chile.com, EducarChile, Cueca Chilena, Caballo y Rodeo.