Los Toros embolados o toros de fuego son muy populares en algunas comunidades autónomas de España, especialmente en la Comunidad Valenciana, Aragón y las Terres de l'Ebre de Catalunya, pero el más antiguo y el más conocido de todos es el Toro Jubilo de Medinaceli (Soria, Castilla y León).  Este es el único toro de fuego que la legislación autonómica de Castilla y León permite en esta comunidad, ya que estos festejos populares se rigen por leyes autonómicas.

Descripción:

Embolar a un toro o a una vaca significa instalarse unos artilugios de hierro apretados con tornillos a los extremos de sus cuernos, que contienen unas bolas con liquido inflamable para que arda como una antorcha durante horas.

Consecuencias:

Esta práctica es absolutamente antinatural,  el fuego causa pavor a todos los animales ya que este es instintivamente identificado como una señal de peligro, por lo tanto el toro intenta desesperadamente apagar el fuego que le arde en los cuernos. El liquido inflamable que ha sido untado previamente, imposibilita que el fuego se apague.

Las consecuencias de esta práctica son terribles para los toros. En primer lugar, lógicamente, el toro se quema. Aunque los defensores de los toros embolados digan que esto no es cierto y que al toro se le unta barro en el lomo para evitar que se queme, el barro se seca y se desprende, con lo cual las chispas que se desprenden, queman al toro en la cara, en el lomo y en los ojos. Los cuernos también son un área sensible, que al calentarse provocan un terrible dolor.

 Los toros intentan desesperadamente apagar el fuego que les han prendido en las astas, ante las dificultades que padecen, los toros pueden dislocarse el cuello o desnucarse debido a los movimientos bruscos provocados por el pavor y la desesperación.

En eventos como el Toro Jubilo existen tres fuentes principales de sufrimiento emocional en los toros embolados: por la pérdida de visión y capacidad sensorial debido a la constante exposición al fuego, el sufrimiento por miedo, ya que el fuego y los movimientos bruscos son percibidos como señales de peligro por los animales, y finalmente, el sufrimiento por estrés, causado por el transporte, el ambiente ruidoso, la limitación de espacios, la inmovilización y el hostigamiento del público.

En cuanto al sufrimiento físico, los veterinarios identifican dos formas principales: acidosis metabólica, causada por el esfuerzo físico al que se someten los toros y que puede provocar fatiga muscular, dificultad respiratoria y alteraciones cardiacas. Y por supuesto, las lesiones musculares, derivadas de la inadecuación de los toros para realizar ejercicios extenuantes y que pueden manifestarse en forma de caídas y otros trastornos musculares.


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