Comer animales es indefendible

Un breve argumentario a favor del vegetarianismo, por B. Friedrich, Vicepresidente de People for the Ethical Treatment of Animals, PETA.

22 febrero 2011
D.C., United States.

Durante los últimos años, he pasado mucho tiempo en los campus universitarios, discutiendo con equipos de debate sobre la ética de comer animales. Sostengo que el vegetarianismo es un imperativo ético para todos los miembros del cuerpo estudiantil, y mis adversarios (dos miembros del equipo de debate de la escuela) argumentan que no lo es.

El año pasado visité Harvard, Yale, Brigham Young University, las universidades de Texas, Georgia y Florida -y docenas de otras escuelas, de costa a costa. Tengo programado visitar Cornell, Princeton, Boston College, la Universidad de Minnesota y una docena de instituciones más.

El asunto está candente en los campus universitarios, y los equipos que han aceptado la proposición de realizar este debate se han visto recompensados por la cantidad de audiencia que acude a presenciarlo. La clave de mi argumento es la siguiente:

En primer lugar, comer carne debilita y contamina nuestra tierra, el agua y el aire. En segundo lugar, comer carne supone la subida del precio de los cereales, lo que conduce a disturbios debidos al hambre. Por último, comer carne implica una gran crueldad para con los animales, crueldad que justificaría delitos graves y crueles si las víctimas fueran perros o gatos- y esto es cierto incluso en las llamadas granjas “humanitarias”-.

En estos debates me centro en la crueldad hacia los animales, porque es lo más obvio: EE.UU es una nación de amantes de los animales -de acuerdo con una encuesta de Gallup del pasado mes de mayo, el 97% de los estadounidenses apoyan plenamente las leyes para proteger a los animales del maltrato- y sin embargo, pagamos a otras personas para que maltraten a otros animales con los que entramos en contacto con más frecuencia a través de la alimentación: pollos, cerdos, vacas, etc.

Los argumentos que resuenan más a los estudiantes son:

En primer término: los otros animales están hechos de carne, sangre y hueso (al igual que los seres humanos). Tienen los mismos cinco sentidos fisiológicos (esto es: ver, oír, oler, degustar y tocar). Y sienten dolor -una vez más, como nosotros. En la mayoría de colegios y universidades, los estudiantes se oponen por unanimidad a comer perros o gatos; las sola idea les repugna. No obstante, no existe diferencia moral entre comerse un perro, un gato, un pollo, un cerdo o un pescado. De  hecho, los cerdos y los pollos puntúan más en las pruebas de cognición que los perros o los gatos. Los pollos pueden recorrer laberintos, aprender de la televisión y tanto pollos como cerdos tienen capacidad de previsión y de metacognición. Los cerdos sueñan, reconocen sus nombres, juegan a video juegos de un modo mucho más eficiente que, incluso, algunos primates; y llevan una vida social tan compleja que sólo fue observada previamente en los primates.

El Dr. Richard Dawkins, el biólogo vivo más destacado, llama a otras especies nuestros “primos” evolutivos y denuncia lo que él llama «arrogancia especista» (la idea de que somos mejores que otras especies y que podemos hacerles lo que queramos). Darwin nos enseñó que otras especies son más semejantes que desemejantes a nosotros. Comer carne implica comerse a «alguien», no comer «algo». Comer carne implica comer los pedazos del cadáver de un animal. No es una hipérbole: es la realidad. No es sentimental: es un hecho. ¿No quieres comer cadáveres? No comas carne.

En segundo lugar, si estamos comiendo carne, estamos pagando a personas para que abusen de los animales en un sinfín de maneras que violarían las leyes anti crueldad si estos animales fueran perros o gatos en lugar de pollos y cerdos. En la granja los animales se ven privados de todo lo que es importante y natural para ellos, como lo es respirar aire fresco, cuidar a sus crías, desarrollar relaciones normales con otros animales, explorar sus alrededores u otras cosas que harían en la naturaleza. Las prácticas de cría artificial se realizan para que los animales crezcan mucho más rápido de lo que lo harían naturalmente, y a consecuencia de ello sus órganos y extremidades simplemente no pueden mantenerse. Por ejemplo, los principales órganos de los pollos ahora crecen siete veces mas rápido de lo que lo venían haciendo hace 30 años, de manera que estos animales de origen fabril viven durante menos de dos meses (son crías cuando son enviados al matadero) y sufren colapsos pulmonares, insuficiencia cardíaca y una agobiante deformidad en las patas.

Michael Specter, redactor de largo tiempo de la revista The New Yorker, visitó una granja de pollos y escribió: «yo estaba casi noqueado en el suelo a causa del abrumador olor a heces y amoníaco. Mis ojos quemaban y también mis pulmones, no podía ver ni respirar... Debía haber unos 30.000 pollos sentados silenciosamente en el suelo frente a mí, sin poder moverse. Eran casi como estatuas de pollos, viviendo en una oscuridad casi total, y pasarían a cada minuto de su vida de seis semanas, así».

Similares horribles condiciones viven todos los animales criados para alimento; en lugar de seguir relatando los detalles horribles, voy a pedirte que, si comes carne, veas el documental “Conoce tu carne” narrado por Alec Baldwin. Este documental ofrece una ventana a lo que estamos contribuyendo si comemos pollos, cerdos y otros animales de granja. Si comemos carne, al menos debemos asegurarnos de que sabemos lo que estamos provocando.

Si a nivel personal no serías capaz de cortar el pico de un pollo, o castrar un cerdo sin anestesia o abrir la garganta de los animales, ¿por qué pagar a alguien para que lo haga por ti? ¿Dónde está la integridad en esta relación mercenaria? ¿Quien contrata a alguien para que ejecute un acto, es menos culpable que quien lleva a cabo la acción? Por supuesto que no. Comer carne implica pagar a personas para que hagan cosas que la mayoría de nosotros no haríamos. ¿Dónde está la integridad básica -la coherencia- en esa relación?

O, de una manera más afirmativa: el vegetarianismo me permite vivir mis valores -«orar incesantemente», como dice San Pablo: cada vez que me siento a comer, reparto mi parte: la misericordia, contra la miseria; por los oprimidos, contra el opresor; por la compasión, contra la crueldad. Existe un montón de sufrimiento en el mundo, pero ¿cuánto sufrimiento puede aliviarse sin tiempo ni esfuerzo de nuestra parte? Sólo podemos dejar de apoyar la crueldad tomando decisiones más conscientes.

¿Cuál es la relación inversa?: ¿por qué la gente come carne? ¿Y  las razones por las que comemos carne -sus beneficios- valen los costos?

Bien, comer carne da algunos momentos de placer -la mayoría de ellos es el sabor. Comer carne da más opciones en los supermercados y en restaurantes. Se puede comer en casa de un amigo sin tener que llevar otra comida. Nunca debemos explicar nuestras elecciones dietéticas...

¿Es esto realmente todo? ¿Lo conveniente? ¿Lo más fácil?

Aunque no lo discutimos en los campus de la Universidad, donde todo el mundo conoce un montón de veganos sanos y, por tanto, sabe que no necesitan la carne para sobrevivir; yo me tomo un tiempo para señalar que la carne no es, en absoluto, buena para nosotros. La Asociación Dietética Americana (el mayor cuerpo de profesionales de la nutrición que hay en el mundo) realizó un metanálisis de todos los estudios que nunca se han hecho sobre la dieta y sus enfermedades, y se encontró que los vegetarianos tienen tasas más bajas de enfermedades cardíacas, diabetes, presión arterial alta, cáncer y obesidad que aquellos que comen carne (creen que los estudios indican causalidad, no sólo correlación). Su informe sobre la dieta vegetariana y vegana llega a la conclusión de que la dieta vegetariana y vegana es adecuada para todas las personas, durante todas las etapas de la vida, incluyendo el embarazo y la lactancia.

Resumiendo: comer carne debilita y contamina nuestros recursos naturales -requiriendo varias veces la cantidad de agua, tierra y energía que se necesita para producir vegetales. Comer carne requiere alrededor de mil millones de toneladas de grano, maíz y soja -que alimenta a los animales, que queman la mayor parte de esa energía en procesos internos, elevando el precio de los alimentos para las personas que están muriendo de hambre. Y comer carne implica pagar a otras personas para que hagan una gran cantidad de crueldades a los animales, que de otra manera nosotros nunca haríamos.

Dicho de otra manera: si creemos que las personas deben tratar de proteger el medio ambiente, o creemos que deberíamos evitar la muerte de personas por hambre, o nos oponemos a la crueldad hacia los animales, la única dieta ética es una dieta vegana.

Más información

 

Traducido por Andrea Ralon de su fuente The Huffington Post, 5/08/2010

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