Desde los 22 años, Leonora Esquivel (México DF, 1973) dejó de comer carne. Para ella era contradictorio que le enseñaran a querer a los animales y luego se los sirvieran muertos. Cuando estudiaba el doctorado en ética ambiental en Barcelona descubrió su vocación de activista.
Junto con Francisco Vázquez creó Anima Naturalis en 2002. “Notamos que había un déficit de organismos ambientalistas de habla hispana; Latinoamérica se quedaba al margen de un movimiento que lleva muchos años en países anglosajones”. Al principio sólo era un portal web en el que se recopilaba información sobre vegetarianismo y traducciones de artículos sobre temas de protección animal. Pero pronto sus simpatizantes exigieron no sólo información sino acciones. Anima Naturalis abrió oficinas en Argentina, Uruguay, Colombia, Chile, Venezuela, Ecuador y, en 2006, en México, cuando Esquivel regresó a vivir al DF. La organización se ocupa de los derechos básicos de todos los animales, no solo de los que están en peligro de extinción. “Existe un comportamiento esquizofrénico ante la división entre animales para querer, para comer y para divertirse.
El peor maltrato sucede en los mataderos, los zoológicos y los laboratorios. Lo que hacemos es informar sobre los lugares en donde los animales son torturados y explicarle a las personas cómo reducir ese sufrimiento al modificar sus hábitos de consumo”, explica. Una sociedad indiferente al sufrimiento animal dice mucho acerca del trato entre humanos, opina la activista: “Buscamos mostrar que es viable optar por estilos de vida más compasivos”.
Así, Leonora Esquivel contribuye a construir la ciudad que queremos.
¿Qué te gusta de vivir en la ciudad de México?
Que ofrece modos de llamar la atención respecto a los derechos de los animales y de informar a una población cada vez más consciente de esta problemática. Preferiría vivir en un lugar con más naturaleza, pero el activismo se hace mejor en las grandes ciudades.
¿Qué te disgusta?
La impunidad que se refleja en todo: desde el ambulantaje que afea calles y resta espacio a los peatones hasta la venta de animales en mercados como el de Sonora. Hemos denunciado leones en garages, águilas en jaulas de tender ropa, circos con animales maltratados. Las autoridades no actúan. Como ciudadano te sientes desprotegido, no puedes ayudar. Me molesta ver la plaza de toros funcionando.
¿Qué experiencia brinda sólo el DF?
La de lo absurdo y lo ilimitado. Es una ciudad tan grande que en una misma entidad conviven mentalidades diferentes y pareciera que al cambiar de delegación estás en otro país. Por otro lado, ofrece una serie de sucesos e imágenes surrealistas. El capitalino parece vivir con otra lógica, con otra estética, en otro tiempo.
¿Qué le hace falta?
Orden y educación ambiental. Debería haber ciclovías, separación de residuos sólidos, esterilización masiva y gratuita de mascotas, adopción de las que no tienen un hogar, santuarios para animales rescatados, azoteas verdes obligatorias, sistemas de captación pluvial. Llevar a los niños al zoológico no es educarlos en el respeto a los animales, es enseñarles el poder del fuerte sobre el débil. También más y mejores restaurantes vegetarianos.
Entrevista a Leonora Esquivel Frías, presidente de AnimaNaturalis Internacional, en la revista Plataforma DF, julio de 2010.
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