Greenpeace acaba de anunciar que detendrá su persecución de los balleneros japoneses en el Océano Antártico, donde sus activistas se interpusieron entre los arpones y estos animales. Los barcos Arctic Sunrise y Esperanza abandonarán la región con destino a Ciudad del Cabo.
El líder de la expedición, Shane Rattenbury, asegura que “logísticamente, no podemos permanecer por más tiempo en el Océano Antártico”. “Durante un mes hemos perseguido, retrasado e interrumpido a la flota ballenera en el santuario de ballenas del Océano Antártico y no nos cabe duda de que se han quedado muy atrás en su objetivo de matar 935 ballenas minke y 10 ballenas azules” y añade que ahora “nuestra esperanza es que esta lucha inspire a otras personas para que nos ayuden a defender las ballenas, para que quede en la historia como la última vez que el pacífico silencio en el santuario se rompe por el sonido de un arpón con una granada en la cabeza”.
Esta decisión se produce después de varios incidentes, como la colisión entre el Arctic Sunrise con un buque ballenero a comienzos de este mes y la caída al mar de un activista la semana pasada al ser golpeado por la cuerda de un arpón.
Ahora la campaña de Greenpeace se centrará en fomentar el boicot a los productos de empresas relacionadas con la caza ballenera.
Protesta en Berlín
En otro acto de esta campaña, activistas de Greenpeace depositaron ayer una ballena azul, que había muerto varada en el Báltico, frente a la embajada japonesa en Berlín. De esta forma los activistas querían demostrar que para investigar las ballenas no es preciso cazarlas, ya que se pueden recoger los cadáveres.
Esta ballena medía 17 metros de largo y pesaba 20 toneladas y los activistas colocaron una pancarta en que se leía “La ciencia no necesita arpones. Detengan la caza ballenera sin sentido”.
Este ejemplar ahora será llevado a Stralsund para su examen científico.
Fuente: Noticias 24 horas
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