Numerosos animales han sufrido la presión del hombre

La captura y muerte de animales salvajes con fines peleteros ha llevado durante los últimos siglos a la extinción a diversas especies, como por ejemplo, al visón del mar y al zorro de las Malvinas, mientras que a otras muchas las ha puesto al borde de la desaparición: castor, ocelote, pantera nebulosa, nutria marina, tigre, jaguar, koala o chinchilla salvaje. En la actualidad, todavía se matan animales silvestres en libertad pertenecientes a especies que se encuentran muy amenazadas, denuncian los defensores de los animales.

22 noviembre 2004
España.

La industria peletera ya no puede ser considerada como responsable de la pérdida de especies animales, puesto que desde los años 60 y 70 se disponen de leyes de protección", explica Luis Suárez, responsable del programa de especies de Adena/WWF, uno de los principales grupos conservacionistas españoles. La aprobación del convenio internacional de conservación de especies de flora y fauna en peligro de extinción (Washington, 1973) ha sido clave, pues esta normativa controla el comercio de estas especies con rigurosos controles. De hecho, hoy el declive de mamiferos está relacionada con otros problemas ambientales, como la destrucción de hábitat, los venenos o la sobrepresión humano.

La captura y muerte de animales salvajes con fines peleteros ha llevado durante los últimos siglos a la extinción a diversas especies, como por ejemplo, al visón del mar y al zorro de las Malvinas, mientras que a otras muchas las ha puesto al borde de la desaparición: castor, ocelote, pantera nebulosa, nutria marina, tigre, jaguar, koala o chinchilla salvaje. En la actualidad, todavía se matan animales silvestres en libertad pertenecientes a especies que se encuentran muy amenazadas, denuncian los defensores de los animales.

En España, la caza de animales por su piel supuso la extinción de la garduña de Eivissa. La nutria ha sido perseguida por su piel hasta la década de los sesenta, en que empezó a escasear tanto que dejó de ser rentable. El oso pardo ha sido hasta hace poco cazado furtivamente, entre otras causas, por su piel, que sirve de trofeo.

Hasta que se llegó a la explotación en granjas, la caza fue el único aprovisionamiento de piel. Su uso en el abrigo irrumpió como un fenómeno social en los años 20 y 30 del siglo pasado, cuando las nuevas pautas sociales produjeron una moda menos formal, combinada con métodos de producción más baratos.

El estilismo se vio muy influenciado por las estrellas de cine de París o Hollywood, que consolidaron su uso en la alta costura. La piel empezó a hacer habitual en gorros, capas o vestidos.

Otro empujón decisivo fue la generalización de la piel de felinos en los años 60 a cargo de algunas relevantes figuras de la aristocracia social -como Jacqueline Onassis-, lo que generó una demanda tan enorme de esta piel que contribuyó a poner en la picota a algunso felinos.

Tigre

Hoy, los felinos tienden globalmente a recuperarse en muchas partes de mundo (con notables excepciones, como el lince ibérico), pues su caza está prohibida. Sin embargo, el estado de sus poblaciones depende de las zonas, según matiza Marta Gumà, experta de la Liga para la Protección del Patrimoni Natural (Depana).

Así, las poblaciones del tigre de Siberia están al borde de su extinción, puesto quedan no más de 200 ejemplares.

Leopardo

Asimismo, el bellísimo leopardo de las nieve -que habita desde hace siglos en la zona del Himalaya-, a pesar de la protección de que supuestamente goza, es cazado en Asia Central para vender su piel, aunque su uso no es para abrigo, sino que sirve como retazos decorativos a modo de recuerdo. No se sabe en estos momentos cuántos ejemplares sobreviven todavía.

El Lince Ibérico

A principios de siglo, más de 300 pieles de lince llegaban cada año a las peleterías de Madrid procedentes de los montes del Guadarrama, El Pardo y la Cuenca del Alberche. En 1937 aún se comercializaban anualmente en el mercado nacional unas 500 pieles de lince. En la actualidad la población de esta especie se encuentra al borde de la extinción, aunque en su posterior declive han influido otras causas.

Focas

Otro ejemplo claro de sobreexplotación es el de la foca, objetivo de las campañas ecologistas como la de Greenpeace. Las imágenes de los blancos bebés foca de menos de dos semanas siendo aporreados hasta la muerte por los cazadores provocó en los años 80 una respuesta masiva de ciudadanos de muchos países a la que se unieron rostros famosos (Brigitte Bardot). Esta campaña culminó con la prohibición por parte de EE.UU. y la Unión Europea de la importación de pieles de crías de foca, y en 1987 la prohibición de su caza en Canadá. Desde entonces hasta el año pasado la caza de focas ha continuado, pero reducida a unos pocos ejemplares por año. Sin embargo, tras la recuperación de sus poblaciones, en 2003, el gobierno canadiense decidió permitir la caza de casi un millón de focas durante los tres años siguientes.

Nutria

La nutria fue cazada también por su apreciado piel, hasta que estas capturas fueron prohibidas a finales de los años 60. Hoy la nutria ya no tiene como enemigo al cazador, pero sus hábitats acuáticos están amenazados por otros enemigos, como la contaminación de las aguas o por atropellos.

Los defensores de los animales critican que la producción de pieles se perpetúe en las granjas. La cría de visones o de zorros se realiza como si fuesen animales domésticos, cuando el proceso de domesticación duró miles de años, aducen. Las granjas no tienen en cuenta las necesidades psicológicas de estos animales, que sufren movimientos anormales, apatía y automutilación, entre otros anomalías. La industria lo niega. Además del maltrato, los ecologistas censuran pecados como el riesgo de que penetren especies exóticas en el medio natural (por escapadas), la producción de residuos en la fabricación de las pieles y el lujo innecesario.

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