A pesar de que en los años '60 llegaron al mercado los edredones sintéticos, ligeros y calientes, los gansos y patos americanos y europeos todaví­a se crí­an para edredones y rellenos de chaquetas y por su carne.

Hasta que no tienen ocho semanas, los ansarones (crí­as de gansos) se alimentan a base de una dieta ' buena para sus hí­gados o buena para sus plumas.' Ni una ni la otra son buenas para ellos.

Los gansos blancos son destinados a ser desplumados por sus plumas (suaves y finas de los pájaros jóvenes), que se meterán en almohadas, chaquetas y edredones. Estos gansos llevan vidas particularmente incómodas. Serán desplumados cuatro o cinco veces durante su corta vida. 

Después del último desplume, cuando el invierno se acerca y es más costoso calentar los cobertizos que lo que valdrí­an las plumas, se mata a los gansos para aprovechar su carne.

Beauty Without Cruelty Charity (belleza sin crueldad) de Inglaterra ha obtenido la evidencia del
desplume en vivo de los gansos para plumas y edredones en las granjas húngaras. Un ví­deo muestra pájaros aterrorizados siendo levantados por la espalda, y cómo se les arranca todas las plumas del cuerpo. Los gansos, frenéticos, luchan por escaparse, retorciendo los músculos y a veces rompiéndose las patas.

Las aves en su piel tienen nocireceptores [receptores del dolor]. La pared folicular de la pluma rica en fibras aferentes somáticas generales  (sensoriales)  y los nervios están presentes en los músculos de la papila, lo que es evidencia de que el proceso de desplume es extremadamente doloroso para las aves.

Los veterinarios, e incluso los criadores de gansos, llaman a esta práctica "extremadamente cruel,"
en especial al desplume. También es cruel atar las patas de los pájaros sobre sus espaldas mientras son desplumados. Los desplumadores son pagados por piezas y por lo tanto la velocidad es esencial.  Los trabajadores experimentados pueden arrancar hasta cien gramos de plumas en tres o cuatro minutos.

La práctica del desplume es totalmente innecesaria, especialmente hoy que contamos con materiales sintéticos para abrigarnos. Ningún edredón merece la dolorosa vida ni el desplume de ningún animal capaz de sentir dolor.