Introducción 

Los animales, humanos y no humanos [1], somos seres sintientes. Esto quiere decir que tenemos plena capacidad de sentir placer y dolor. Esta capacidad se basa en la semejanza entre el sistema nervioso humano y el de las demás especies, que es un hecho científicamente comprobado.

Los seres humanos ignoramos rutinariamente esta evidencia y tratamos a los demás animales como objetos o recursos a nuestra disposición para satisfacer deseos, intereses, gustos o costumbres, sin tomar en cuenta sus intereses ni sus necesidades. 

Usamos a miles de millones de animales de otras especies como animales de compañía, comida, material de laboratorio, vestimentas o entretenimiento, privándoles de su libertad y sometiéndolos a tratos dolorosos y vejatorios, tanto físicos como psicológicos.

Actualmente, la mayor parte de los abusos cometidos contra los demás animales son legales, porque son considerados como propiedad o bienes que pertenecen a los humanos. 

Todo lo anterior se fundamenta en una discriminación injustificada basada en el mero hecho de pertenecer a especies distintas a la nuestra y no tiene en cuenta la semejanza evolutiva entre la especie humana y las demás especies animales.

Planteamiento

Todos los animales no humanos deben ser tratados con respeto, tomando en cuenta las necesidades propias de su especie.

Al tomar decisiones que involucren a otros seres sintientes, debemos evaluar si se verán afectados por éstas. La característica esencial para considerar moralmente a los animales es su probada capacidad de sufrir o gozar.

Características como género, raza, especie, inteligencia o habilidades cognitivas no son motivo para discriminar moralmente a un animal, sea éste humano o no humano.

Anteponer nuestras necesidades frente a las de los otros animales, basándonos únicamente en la pertenencia una especie en particular, es moralmente injustificable.

Metodología

Reconociendo la capacidad de sufrir y gozar de todos los animales (humanos y no humanos), entendemos que sus necesidades básicas –consideradas como derechos fundamentales-  son: vivir, ser libres (en un ambiente adecuado) y no ser torturados (por acción u omisión de cuidados necesarios). Otro derecho inalienable, el de no ser considerados como propiedad, también será objetivo de nuestro trabajo.

En virtud de estos derechos buscaremos su reconocimiento a través de: 

  • Informar acerca de la realidad en que viven el resto de los animales, para fomentar la reflexión sobre lo injusto de ese trato por parte de los humanos.
  • Sensibilizar a la sociedad sobre lo importante y sencillo que es tener una actitud respetuosa hacia los demás animales.
  • Educar a la sociedad, mostrando alternativas de consumo que no impliquen el uso o la explotación de los demás animales.
  • Promover el fin de la explotación animal a manos humanas. Nuestro objetivo es el fin total de la utilización de los otros animales.
  • Trabajar en el ámbito jurídico para lograr que los animales de otras especies sean sujetos de derecho y que puedan disfrutar de su existencia. Se exige el respeto al derecho a la vida, a la libertad, a no ser torturados y a no ser considerados como una propiedad.

Conclusiones

AnimaNaturalis defenderá  los legítimos derechos de los animales a la vida, a no ser torturados, a vivir en libertad y no ser considerados como propiedad; independientemente de los beneficios que su explotación pueda significar para los humanos.

Defendemos los derechos de todo individuo y no los privilegios de una especie por encima de otra, aunque haya intereses humanos en su protección.

AnimaNaturalis no pertenece a ningún partido político ni grupo religioso y sólo colabora con ellos en tanto se opongan a la explotación de los demás animales.

[1] Como a humanos y animales une el hecho biológico de ser animales, en el resto del texto usaremos "nosotros", para referirnos a los animales humanos, y "resto de los animales", “otros/demás animales” para referirnos a los animales no humanos. Esta precisión será solamente terminológica pues, como ya declaramos, a todos los animales, humanos y no humanos, nos une la misma capacidad para sentir placer y dolor.