La población de gorilas, el mayor y más robusto de los grandes simios, retrocede a un ritmo tan rápido que en apenas medio siglo, según cálculos nada exagerados, podría desaparecer totalmente de la faz de la Tierra. El área de distribución se ha reducido a menos de la mitad en el último siglo y, aunque no existen datos fiables anteriores a 1960, el número de ejemplares en libertad puede haberse dividido por cuatro, hasta los actuales 100.000, con el agravante de que muchas colonias han quedado aisladas por culpa de la deforestación y las infraestructuras viarias.
La Unesco lanzó el viernes una nueva campaña para la protección de los grandes simios que precisa para comenzar un mínimo de 21 millones de euros (3.494 millones de pesetas), que se dedicarán a programas de desarrollo local --con especial incidencia en el turismo de naturaleza--, a un seguimiento de las colonias (incluyendo la ayuda de satélites) y a la creación de reservas.
23 PAÍSES IMPLICADOS
Según el programa, conocido con las siglas inglesas GRASP, en el 2030 sólo quedará libre del impacto humano el 10% del territorio natural de los grandes simios africanos (gorilas, chimpancés y bonobos). La Unesco admite las dificultades para lograr el dinero, pero confía en que la campaña sirva para "hacer reflexionar" e insiste en que 16 de los 23 países con grandes simios han incrementado las medidas de protección tras el primer GRASP, promovido en el 2001.
Aunque todos los grandes simios o simios hominoideos se hallan en peligro, los gorilas se enfrentan a una amenaza sin igual debido a la escasa protección y a la demografía desbocada en sus regiones de origen. Algunos de los países con mayores densidades, como la República Democrática del Congo, no se han caracterizado precisamente en los últimos años por su estabilidad. Además, la dinámica de la propia especie no es muy favorable: los gorilas tienen una única cría por embarazo y sufren una elevadísima mortalidad infantil, lo que provoca que a una hembra adulta sólo le sobrevivan dos o tres hijos.
Además de la pérdida y degradación de las selvas de África ecuatorial --un macho adulto consume hasta 30 kilos diarios de vegetales o fruta--, los gorilas sufren la lacra de los traficantes de especies y amuletos, las guerras, las infraestructuras, la minería y hasta el virus del ébola. Y muchos gorilas se capturan simplemente porque la gente pasa hambre. "Salvar los grandes simios y sus ecosistemas no es una cuestión de conservación, sino un acto de primera importancia en la lucha contra la pobreza", declaró el director general de la Unesco, Koichiro Matsuura.
NADIE A SALVO
De las cuatro subespecies de gorila --a veces se consideran cinco--, dos están en peligro extremo de extinción y ni siquiera el antaño abundante gorila de costa o de llanura occidental, la variante de Copito, puede considerarse a salvo. "Quizá los chimpancés aguanten un poco más, pero no creo que a los gorilas les queden más de 40 años", explica el etólogo Jordi Sabater Pi.
En los años 80, por ejemplo, se pensaba que los gorilas del río Cross (Camerún y Nigeria) eran 1.500, pero ahora se sabe que son sólo entre 150 y 200. En cuanto a los de llanura oriental, con una estimación de 8.000-17.000 individuos en 1995, los últimos sondeos insinúan que quizá hay 2.000. Curiosamente, la subespecie de montaña, famosa gracias a Diane Fossey, ha aumentado ligeramente en los últimos cinco años, hasta 350 ejemplares en los Virunga y otros 290 en la zona de Bwindi.
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