Miguel Tarín, de techo del baloncesto español a proteger animales

En 1978 el Barça fichó a Miguel Tarín, un joven de 16 años y 2,17 m., techo del basket español hasta la irrupción de Dueñas. Hoy tiene 42 años, vive en Granada con ocho perros, y ha consagrado su vida a la protección de los animales.

15 febrero 2005
España.

El Barcelona lo fichó para ser el Anti Romay

En 1978 el Barça fichó a Miguel Tarín, un joven de 16 años y 2,17 m., techo del basket español hasta la irrupción de Dueñas. Hoy tiene 42 años, vive en Granada con ocho perros, y ha consagrado su vida a la protección de los animales.

En las 12 temporadas que duró su carrera profesional, nunca tuvo que mirar a nadie hacia arriba en la ACB. Miguel Tarín (Barcelona, 1962), fue el techo del baloncesto español (2,17 m.) hasta la irrupción más de una década después de Roberto Dueñas (2,21 m.), pero no llegó nunca a consagrarse como un jugador de élite pese a su inusual estatura. Los que le conocen aseguran que ni su predisposición por este deporte ni los métodos que utilizaron para encauzarle como jugador ayudaron mucho, pero pese a todo llegó a ser internacional. Esta es la historia del primer gigante del baloncesto español, un jugador que no encontró la felicidad en el parquet, pero sí la ha hallado fuera de los pabellones, dedicando su vida en cuerpo y alma a la protección de los animales.

En 1978, un ojeador del Barça le reclutó tras ver su inmensa figura por la calle. Por entonces, Tarín tenía 16 años y medía ya 2,17 m. Los azulgrana intentaron moldearle para contrarrestar el efecto Romay (2,13 m.), que ya empezaba a marcar diferencias en el Real Madrid, pero no lo consiguieron. “Eduardo Portela, que entonces dirigía la sección de baloncesto del Barça, me lo dijo: ‘No sé si has nacido diez años antes o diez años después’. A mí me obligaban a hacer footing por sitios duros, no había zapatillas adecuadas para mí, y eso me machacaba el talón de Aquiles. Cierto día, un asistente de los Spurs me vio salir del hotel en dirección a la playa, a donde iba a correr, y me preguntó, ¿Tú qué haces: surf o baloncesto? Creo definitivamente que no era mi época”.

Peripecias de un 2,17 en los ochenta

No le falta razón a Tarín, cuya estatura le creó no pocos problemas, sobre todo en cuanto a la vestimenta se refiere. “Vestirse en aquella época con mi estatura era un infierno. Había sólo un par de tallas y tenías que apañarte”. Por suerte, fue el primer jugador español al que contrató la firma deportiva Nike, que le ayudó a paliar sus problemas de armario. La ropa no fue lo único que no se ajustaba a su talla en aquella época. Tampoco el sueldo. Un pívot de su estatura se garantizaría el futuro hoy día en cualquier equipo. Pero aquellos eran otros tiempos. El propio Tarín, echando cuentas, reconoce que durante sus doce años de carrera apenas ganó doce millones de las antiguas pesetas.

De Tkachenko y Fernando Martín a Gasol

Pese a todo, Tarín tuvo ofertas del Real Madrid de Luyk, del Miñón Valladolid de Pesquera, del Cotonificio de Aíto o de la Cibona de Mirko Novosel. Sin embargo, ninguna de ellas fructificó. Tras jugar en el Barça (81/82), lo hizo en el Tenerife, en el Pineda, el Hospitalet y el Mallorca, de 1ªB, en el TDK, en el Alcudia de Segunda división y en el Digsa Loja granadino de la Primera división. A los 31 años decidió retirarse. Lo hizo sin haberse enfrentado a ningún español más alto que él. “Sólo he jugado contra tres tíos más altos que yo: Sabonis, Tkachenko y Gilmore”.

Durante su carrera conoció a Fernando Martín, de quien guarda un gran recuerdo: “Nos llevábamos muy bien, le apreciaba mucho. Era un gran tipo y su pérdida me llegó al alma”. Además, en 2000 conoció a Gasol. “Fui al Palau y coincidimos. Hablamos de coches para gente grande como nosotros”.

Una vida dedicada a proteger animales

Tras retirarse, consagró su vida a la protección de animales. “Dejé el baloncesto para dedicarme a temas más serios como la protección animal”. De hecho, fue presidente de la Sociedad Protectora de Animales de Granada en 1992 y en la actualidad abandera una campaña para evitar el regalo de animales en Navidad y su posterior abandono, actividad que compagina con la distribución de comida para animales. Actualmente vive a las afueras de Granada con su mujer y sus ocho perros. Es un hombre feliz.

Texto original: http://www.marca.com/edicion/noticia/0,2458,594774,00.html

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