Un sueño de 18 años

Recuerdo que hace 18 años estaba junto a Leonora Esquivel en un pequeño piso de estudiantes y se nos ocurrió crear lo que hoy es AnimaNaturalis. Volvíamos de una protesta contra los circos y sentíamos intensamente la fuerza que nos daba luchar juntos, pero también la impotencia de sentirnos tan pocos.

11 marzo 2021
Barcelona, España.

Lo primero que hago cada mañana es encender el móvil y revisar si hay algo urgente para hoy. Sí, soy de esos. Luego enciendo el ordenador y preparo un café muy largo, para iniciar la jornada de trabajo. Últimamente hago yoga y medito antes de todo esto. Hace la diferencia. ¿Por qué les cuento mi tan cotidiana rutina? Porque cuando me preguntan a qué me dedico, lo primero que hago es revisar en mi cabeza el itinerario de mi día, tal como lo he hecho ahora... pero desde que mi corazón está entregado a la causa de los animales, en AnimaNaturalis, a lo que me dedico cada día es a cambiar el mundo. Esa es la respuesta correcta. Ya van 18 años desde que comenzamos este sueño, donde cada piedra que cargamos construye catedrales.

Recuerdo que hace 18 años estaba junto a Leonora Esquivel en un pequeño piso de estudiantes (que estamos seguros que antes era consultorio de dentista o casa de joyero, por la caja fuerte que nunca pudimos abrir), y se nos ocurrió crear lo que hoy es AnimaNaturalis. Era una época anterior a la existencia de los teléfonos inteligentes y redes sociales, si es que se la pueden imaginar. Volvíamos de una protesta contra los circos con animales y sentíamos intensamente la fuerza que nos daba luchar juntos, pero también la impotencia de sentirnos tan pocos. Esa pasión del joven activista y la convicción de que debíamos encontrar a cada uno de quienes compartían nuestra lucha e ideales, nos hizo dar el paso.

No voy a relatar aquí cada éxito y cada desencuentro de esta mayoría de edad, porque son muchos y daría para un libro. Solo quería contarles qué se siente estar frente a la pantalla, con mi café acompañándome, teniendo la mente sincronizada con el corazón y los animales como único objetivo. Ya no somos sólo dos, como hace 18 años, sino una legión en varios países y decenas de ciudades. Tenemos un plan, pero más profundamente que eso, tenemos un sueño que nos une.

Mientras escribo, se escuchan los gorriones que se pelean las miguitas de pan que les dejé fuera. Esa musiquilla me hace tan feliz. Quizás por eso luchamos, ¿verdad? Sabiendo que existen tantísimos animales que no tienen nada y se les ha despojado de todo. En esas granjas oscuras, en los camiones al matadero, jaulas, redes, sótanos, laboratorios, ruedos... soñamos con un mundo donde ellos puedan hacer su música con libertad, y nosotros tengamos el temple de permitirnos escuchar.

Nuestro compromiso es acabar con todo abuso que se comete con los animales. Acabar con la tauromaquia y los circos con animales. Poner punto final a las industrias que crían animales por sus pieles, pelo y cuero. Hacer que la venta y tráfico de animales se convierta en una verguenza del pasado. Conseguir que el consumo de carne, lácteos y huevos se reduzca radicalmente, hasta que desaparezca de toda mesa. Que la ciencia deje de considerar a los animales como probetas e invierta recursos en encontrar alternativas lo antes posible. Hace 18 años todo esto sonaba a fantasía... ¿qué tal les suena ahora? Cada día que abro la prensa hay alguna noticia que nos hace sonreir: se prohiben los circos, se vota en contra de las corridas de toros, se cierra una tienda de animales, se elimina la producción de foie gras en todo un país, cambian leyes, mejora la vida de miles de animales.

En 18 años la mirada no se cansa, sino que se vuelve más firme. Tenemos la intensidad de los niños, el coraje de la adolescencia y la experiencia de ser adultos. Hemos alimentado nuestras convicciones a diario y jamás daremos un paso atrás. Jamás. Sencillamente porque somos AnimaNaturalis.

 

Ilustración de Sara Ramírez (@shine.es) y lettering de Judit Maldonado (@judit.maldonado).

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