Como cada mes de marzo, con la llegada de la primavera, la costa Este de Canadá se prepara para iniciar la matanza de focas anual. Cientos de miles de crías de focas, de entre 2 semanas y 3 meses de edad, serán brutalmente asesinadas, golpeadas hasta la muerte con mazas, harpones, y rifles. Algunas se desangrarán sobre el hielo. A otras, inconscientes por los golpes, se les arrancará la piel estando aún con vida.

Cada año el gobierno canadiense aumenta la cuota de caza, permitiendo que más focas sean asesinadas. El gobierno autoriza esta práctica argumentando que la superpoblación de focas debe ser controlada periódicamente para evitar que diezmen los bancos de bacalao y los pescadores locales se queden sin recursos para subsistir. Detrás de este argumento se escondían hasta la fecha motivos puramente comerciales, ya que se obtenían grandes beneficios económicos con la exportación de sus pieles, carne y aceite.

Pero en los últimos años el volumen de negocio proporcionado por esta barbarie ha dado un bajón significativo. La Unión Europea prohibió en 2009 la importación de productos procedentes de estos animales. Actualmente esta prohibición es vigente en más de 30 países, incluyendo Rusia, que hasta la fecha importaba el 95% de las pieles de las focas asesinadas en Canadá. El mercado prácticamente ha desaparecido. La caza de focas es una actividad deficitaria para el país, pero se mantiene por motivos políticos internos lo que hace más aberrante la continuidad de esta práctica.

El Departamento de Pesca y Océanos (DFO, por sus siglas en inglés) del gobierno canadiense defiende la matanza de focas desde tres argumentos: el trato dado a los animales es “humanitario”, las matanzas se hacen de forma “controlada” y “supervisada”, y además es una práctica “sostenible”. Sin embargo, organizaciones animalistas que han observado directamente las matanzas pueden afirmar lo contrario.

La caza de focas no se realiza de forma humanitaria ni de forma controlada

Estudios de veterinarios independientes sobre la caza de foca en Canadá así como el video del IFAW (Fondo Internacional para la Protección de los Animales y su Hábitat) al final de este punto, indican que cada año miles de crías de foca mueren de manera injustificadamente cruel.

Según el reglamento canadiense, para matar a una foca se debe seguir un protocolo de 3 pasos: golpearla hasta dejarla muerta o inconsciente, comprobar si el animal tiene el cráneo roto o responde a estímulos y sí aún sigue con vida, seguir golpeándola hasta matarla. Y cuando se tenga la certeza de que el animal esté muerto, proceder a su desollamiento. Pero la ley no obliga a que el segundo y el tercer paso se hagan correlativamente y con la suficiente rapidez para evitar el sufrimiento del animal.

Miles de cazadores compiten durante un periodo de tiempo limitado para realizar su caza, por lo que golpean a toda velocidad a todos los animales que encuentran en su camino, sin pararse a comprobar en que estado se encuentran antes de pasar al siguiente. Así muchos animales inconscientes después de un primer golpe son enganchados por el cráneo, arrastrados por el hielo, y amontonados mientras agonizan, por lo que se los despellejará estando aún vivos y sentirán todo el dolor de esa tortura. Si durante el proceso alguno recupera la consciencia, el cazador lo golpeará varias veces para inmovilizarlo y continuará con su tarea.

La evidencia más cruda de esta realidad que el gobierno canadiense se empeña en negar salió a la luz pública en el año 2001, cuando un equipo internacional de veterinarios testigos de la matanza, realizaron autopsias a cadáveres de foca escogidos al azar: un 42% de las focas fueron despellejadas vivas .

Por otra parte, la enorme superficie del terreno donde se realiza la matanza y el gran número de cazadores ansiosos impide que se pueda realizar un control de las prácticas realizadas.

La matanza de focas no es sostenible

En los últimos años, el gobierno canadiense ha aumentado la cuota anual de caza de focas a los niveles más altos de la historia, llegando a los 400.000, mientras que el número de capturas ha ido descendiendo. En 2014 el número de ejemplares asesinados fue 54.000, la segunda cifra más baja en 2 décadas. Aún así, la matanza indiscriminada de focas sigue siendo una tragedia.

La DFO frecuentemente declara que la población de la foca arpa se ha triplicado desde los setenta. No obstante, esta ignora los hechos de que entre 1950 y 1970 la población de la foca arpa fue reducida a 2/3 del total por sus matanzas indiscriminadas. Desde 1995, la población de foca arpa ha sido diezmada de una forma salvaje, y la DFO admite que la población ha decrecido.

El cambio climático también impacta negativamente sobre la población de la foca arpa al afectar su hábitat de crianza. El aumento de temperatura de las aguas del glaciar en la costa este de Canadá incrementa la mortandad en las crías, lo que pone en serio peligro la continuidad de la especie. (ver noticia en The New Scientist).

¿Qué puedes hacer?

  • Escribe a la embajada o consulado de Canadá en tu país, para rechazar esta práctica y recordarles cuánto daño hace a la imagen y las finanzas de Canadá, por la cantidad de personas que están boicoteando cualquier producto de origen canadiense. Puedes encontrar una carta modelo (en inglés) en este enlace.

  • Evita el consumo de bacalao. El bacalao es uno de los principales alimentos de las focas, y los pescadores compiten con las focas por este producto. Cada vez que consumes bacalao, justificas la caza de las focas por este motivo.

  • Evita comprar pieles o subproductos de foca, como carne o aceite. Si bien Europa ha prohibido la importación de productos de foca, China sigue comprando carne de foca, que se vende como exclusividad o como comida para perros y gatos domésticos. El aceite se vende como un suplemento de aceite de pescado.

  • Difunde esta información. Mucha gente no cree lo que sucede, o piensa que como se trata de un acto tan cruel, ya se ha prohibido. Puedes difundir el video "Explora en otra parte" elaborado por PETA y AnimaNaturalis para boicotear los productos canadienses.