La regulación refuerza significativamente la protección mediante el aumento de los estándares mínimos para criadores y requisitos exhaustivos de trazabilidad, una medida que aplaudimos. Sin embargo, nos preocupa que la regulación omita la protección de los perros utilizados para trabajo, los gatos en granjas y otras especies mantenidas como animales con los que convivimos.
Con la identificación y el registro completos previstos, todos los gatos y perros mantenidos y puestos en el mercado podrán ser rastreados a través de sistemas oficiales, impidiendo que criadores y comerciantes ilegales operen sin ser detectados.
El aumento de los estándares mínimos de bienestar marca un cambio significativo para regular los establecimientos de cría, con el objetivo de frenar prácticas abusivas y eliminar a los criadores no regulados (domésticos) y a las grandes granjas de cachorros y gatitos. No obstante, dado que solo los centros de cría grandes (más de cinco camadas al año) entran en el régimen de aprobación, no está claro si esto será suficiente para lograr el impacto previsto.
En otro avance positivo, la UE abordará el sufrimiento continuo de gatos y perros con rasgos extremos (como caras planas, ojos saltones y pliegues excesivos, entre otros), excluyéndolos de la reproducción y de ser exhibidos en espectáculos y competiciones.
Sin embargo, resulta preocupante que esta legislación no se aplique a los perros usados para la caza, los perros guardianes de ganado y los perros y gatos en granjas, lo que deja a unos 18 millones de gatos y 2 millones de perros sin una protección adecuada. Tal excepción no solo ignora la necesidad inherente de proteger a estos animales, seres sintientes que no difieren de los cubiertos por las normas, sino que también supone una carga adicional para las finanzas públicas y la ciudadanía, exacerbando los desafíos de la gestión de poblaciones.
Es decepcionante que las instituciones de la UE no hayan aprovechado esta oportunidad para impulsar una legislación para otras especies mantenidas como animales considerados de compañía, cuyas necesidades específicas también deberían ser protegidas. Una Lista Positiva a nivel de la UE, que estipularía qué especies son apropiadas para mantener como animales con los que convivimos, puede ayudar a simplificar las normas para consumidores y autoridades de control, así como mejorar el bienestar animal, reduciendo a la vez los riesgos para la biodiversidad y la salud y seguridad humanas.

