“Matar a una foca bebé es lo más fácil de hacer si uno tiene algún tipo de inclinación por el sadismo; en realidad, es ridículo llamarle deporte cuando el animal es totalmente indefenso”, dijo Paul Watson, fundador y presidente del grupo radical Sea Shepherd. La expansión de la caza de focas de Noruega entra en vigencia en enero, después de un intenso lobby por parte de los pescadores, quienes dicen que la enorme población de focas del país no sólo está eliminando a los otros peces sino que está infectando otras formas de vida marina de parásitos.
Las empresas ya están ofreciendo vacaciones tanto a cazadores experimentados como a principiantes aprovechando las nuevas reglas. NorSafari está anunciando en Internet viajes que arrancan en unos 200 dólares por un día y por una foca y llegan a los 2.000 dólares por cuatro días y la garantía de dos focas. El sitio web de la compañía muestra fotos de cazadores que posan con su presa y ofrece viajes que no sólo incluyen alojamiento y comidas, sino que también ayudan a cortar y preservar las piezas muertas. “Se ofrece entrenamiento para los principiantes”, agrega.
Algunos paquetes ofrecen un reembolso para los cazadores frustrados que no matan ninguna foca. Matar más focas de lo previsto costará otros 80 dólares, mientras que otra compañía, Polar Events, anuncia: “Nos aseguraremos de que usted no pueda olvidarse pronto de su cacería”. Los cazadores de focas profesionales tradicionalmente utilizaron garrotes para matar a las focas, pero el dueño de Polar Events, Kjetil Kristoffersen, dijo que a los turistas se les darían rifles. “Durante muchos años se cazaron focas en Noruega y es parte de la cultura”, dijo Kristoffersen. “Buscamos gente a la que le guste cazar, no gente que sólo viene a dispararle al animal. La tradición aquí en Noruega es que cazamos la foca para comerla; es comida”.
En la otra vereda sólo hay bronca y desconsuelo. Los activistas en defensa de los derechos de los animales y los grupos conservacionistas temen que los bebés de foca indefensos se conviertan en el blanco fácil de los turistas. También advierten que las focas corren el peligro de ser cazadas en exceso. La caza de focas fue una tradición en Noruega durante miles de años, pero mermó recientemente. Por ese motivo se decidió sumar a los turistas en la práctica, que hasta ahora estuvo confinada a los expertos locales.
Al anunciar el plan, el ministro de Pesca de Noruega, Svein Ludvigsen, dijo que la medida “restablecería el equilibrio” entre los peces y las focas en las costas de Noruega y aseguró que la caza de focas no era diferente de la caza de antes. Otros comparan la práctica con la caza de zorros, la caza mayor o incluso los peces y los pájaros. “Podría ser un gran éxito”, se entusiasmó el ministro. Sin embargo, este optimismo no es compartido por muchos fuera de Noruega y, hace unos días, el gobierno se mostró menos entusiasta a la hora de respaldar las vacaciones para cazar focas en sus costas. Los ministros temen que la medida, aunque sea popular entre los cazadores, afecte la imagen del país para la mayoría de los turistas.
La idea de este tipo de vacaciones también fue atacada por el Fondo Internacional para la Vida Silvestre. “Se debería estimular a los turistas a disfrutar y a proteger a los animales salvajes en su hábitat natural en lugar de matarlos”, dijo la vocero Gill Sanders. Defensores de la vida silvestre retrucaron los argumentos de los pescadores de que existe un vínculo entre las focas y la disminución en la cantidad de peces. “Eso nunca se comprobó científicamente”, agregó Maren Esmark, un especialista en conversación marina en la rama noruega de la entidad WWF. Hay quienes sostienen que la pesca excesiva es la causa de que haya menos peces. Las focas, señalan, convivieron felizmente con otras especies marinas durante gran parte de su historia. “Nuestra postura es cuantas más focas, más peces”, dijo Watson. “El mayor depredador de peces como el bacalao son otros peces”.
Hasta el momento, sin embargo, no se sabe hasta qué punto la caza de focas entusiasmará a los turistas. Polar Events no recibió hasta ahora ninguna reserva desde el exterior. Pero el sitio web de NorSafari dice que “a mucha de la gente con la que hablamos le gustaría venir a Noruega a cazar focas”. Y la Asociación de Caza y Pesca de Noruega le dijo a la revista “Jeger” (Cazador) que esperaban que hubiera un gran interés en el exterior, especialmente en Alemania.
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