Y a todo esto, a Letizia Ortiz, prometida del príncipe Felipe y, por tanto, futura reina de España, también le gustan los toros, por si faltaba algo.
Estos días se ha podido leer que participó en la constitución de una peña taurina en la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid y que acudía a Las Ventas para presenciar los festejos desde una andanada. Así es que, bendecida por la inmensa mayoría de los españoles, ahora su afición a la fiesta le va a poner irremediablemente de su lado a la legión de amantes de la cosa taurina. Y no es ésta una reflexión oportunista.
La asistencia a las plazas de toros de esta --joven aunque sobradamente preparada--, imagen de mujer moderna y alta preparación intelectual, vendrá a cubrir en un futuro un vacío al que siempre han apuntado los aficionados con actitud crítica: la ausencia de la reina Sofía de los escenarios que acogen la llamada fiesta nacional. Y es que con ser mucho el respaldo que doña María de las Mercedes --currista de pro-- le dio a la fiesta, secundada nada menos que por el rey Juan Carlos, incluso por la infanta Elena y su esposo Jaime de Marichalar, el rechazo de la Reina a los toros nunca ha sido bien acogido por el mundillo taurino, como tampoco la escasa presencia del príncipe Felipe en los festejos mayores. Así es que a Letizia Ortiz --si el protocolo no le moldea sus gustos-- se le espera y desea ya en las plazas de toros. Y si arrastra a su ilustre marido, mejor que mejor.
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