“La gallina nos da sus huevos para poder alimentarnos sanamente.” Seguramente hemos escuchado muchas veces este dicho, incluso quizá fuimos educados con esta idea, en la cual entendemos que el animal es abnegado y amable con el humano para satisfacerlo. Pero, ¿es realmente esto tan lindo como suena? ¿Cómo es la vida de las gallinas ponedoras? Acompáñanos a conocer más sobre esta industria.

Vida natural de las gallinas en libertad

Las gallinas, como cualquier otro ser vivo con sistema nervioso central, son seres con habilidades cognitivas y capacidad sensitiva. Así pues, a fin de satisfacer sus necesidades vitales, tales como alimentación, socialización, sexualidad, poner huevos, descanso, entre otras, siguen su comportamiento de acuerdo a su instinto. Las gallinas en condiciones de libertad, dedican la mayor parte de su tiempo y energías a buscar su propio espacio para crear sus nidos, es decir, necesitan privacidad para cuando llega el momento de poner huevos. A fin de encontrar su alimento, realizan largas caminatas, incluso ligeros vuelos, exploran y escarban. También forman relaciones sociales complejas (jerárquicas) entre sí y con aves asimiles, disfrutan de tomar baños de polvo, pasar la noche en un lugar elevado como los árboles, ejercitarse, estirar las piernas, batir las alas y picotear objetos en el suelo. 1 En promedio, las gallinas pueden alcanzar hasta 12 años de vida en situaciones normales, pero en la industria del huevo, su vida se reduce a 2 años.

Jaulas en batería

Sin embargo, la vida en las jaulas convencionales, o “en batería” es completamente distinta. Las jaulas convencionales son pequeños recintos con malla metálica, la cual puede medir de 387 a 516 cm2 (según las regulaciones en cada país, a veces se permite menos de este escaso espacio)  y en ellas colocan desde 5 hasta 11 gallinas, esto significa que ellas pasarán el resto de su vida en un espacio pequeño y sofocante, aproximadamente del tamaño de un cajón de escritorio. Si bien existen en mucha menor proporción otras jaulas llamadas “enriquecidas” por ser un poco más altas  y equipadas con cama y cajas nido, el tipo de vida es  similar a las convencionales.

Aunque ahora existen sistemas alternativos de cría de gallinas ponedoras, a nivel mundial, cerca del 98% de la producción se desarrolla en las granjas avícolas industriales. Esto significa que la mayoría de las gallinas ponedoras en el mundo viven en las jaulas convencionales, o en batería.

Sufrimiento de las gallinas ponedoras

Ahora bien, la pesadilla para las gallinas comienza a la edad de 18 semanas. Uno de los primeros sufrimientos es que les cortan el pico sin anestesia alguna, esto se explica para evitar que se picoteen entre ellas como consecuencia de la frustración, malestar e intranquilidad a la que son sometidas.

Debido a que las gallinas están demasiado cerca de otras, les falta el espacio necesario para adoptar posturas propias como descanso, estar de pie, caminar, escarbar, batir sus alas y hacer nidos. Todo esto altera considerablemente el bienestar de las gallinas, provocando una gran angustia en ellas.

Es muy común que las gallinas sufran de un agobio crónico en diversas formas. Por ejemplo,  el encierro las vuelve más agresivas entre sí, también son comunes las heridas y deformidades en el cuello, alas, cabeza y en general todo el cuerpo al quedar atrapadas en la jaula. La mayoría también presenta rotura de huesos y osteoporosis por el espacio tan reducido en donde habitan, patas lastimadas al pisar alambres todo el tiempo, deterioro y pérdida de sus plumas y enorme frustración al no poder crear un sitio adecuado para su nido y al momento de poner sus huevos.

Bajo estas condiciones de vida, es de esperarse que mueran muchas gallinas, lo que provoca mayor estrés y conductas anormales en las que sobreviven y conviven buen tiempo con los cadáveres en la misma jaula. Según cifras reveladas en ciertos estudios, el 14% de gallinas ponedoras muere en las jaulas debido a la pésima realidad que sufren. 2

Además, es evidente la sobreexplotación animal para la producción del huevo.  En condiciones saludables y sin estrés, una gallina pone alrededor de 40 huevos al año, en cambio, en las granjas industriales puede poner hasta 300 huevos. Esto es debido a la presión a la que son sometidas, y esta angustia acelera indebidamente y sobrepasa las posibilidades naturales de la gallina.

De todas las características conductuales que leímos al principio, las gallinas ponedoras en jaulas no pueden practicar ninguna. Es claro que el sistema de las jaulas en batería causa un gran sufrimiento a las gallinas pues trae enormes desventajas severas para su salud.

De la jaula al matadero

Pero eso no acaba todavía. Cuando las gallinas, agotadas, enfermas y/o viejas dejan de ser “útiles” para la industria, son transportadas al matadero en condiciones deplorables. Trasladadas en pequeñas jaulas en camiones, normalmente son largos viajes los que tienen que soportar, y pueden ser a muy altas o muy bajas temperaturas. Las que logran sobrevivir a este viaje son sacrificadas por aturdimiento eléctrico, lo que en muchos casos produce múltiples traumatismos en los huesos. Después hay otras opciones para terminar con ellas, una es el corte del pescuezo o bien, la inmersión en tanques de escaldado (agua hirviendo) para quitarles las plumas, incluso cuando aún muchas estén vivas o conscientes. Después todo ese “desperdicio” servirá, por ejemplo, para hacer los cubitos sazonadores de comida.

Como hemos visto, no parece que las gallinas sean muy felices al darnos sus huevos pues la vida que llevan desde su corta edad hasta la muerte es realmente desdichada.


Referencias: