La bilis de oso es un ingrediente estimado en la medicina tradicional con una historia de 3000 años de uso. La bilis en la vesí­cula biliar se clasifica como medicina "amarga, frí­a" con la función de expeler calor en el cuerpo. Se utiliza para tratar enfermedades relacionadas con el calor tales como altas fiebres, dolor de hí­gado y ojos doloridos. Las medicinas con bilis de oso se utilizan en China, Japón, Corea, Vietnam y paí­ses de todo el mundo con poblaciones asiáticas significativas.

El ingrediente activo de la bilis de oso, ácido ursodeoxycholico (UDCA), es más abundante en osos que en cualquier otro animal. Sin embargo, los médicos facultativos chinos enfatizan que todos los productos de bilis de oso se pueden sustituir fácilmente por hierbas o alternativas sintéticas, que son más baratos, más disponibles e igual de eficaces.

Granjas de bilis de oso

Las condiciones en que se mantienen a los animales en las granjas de osos son deplorables. Hablamos de espacios donde amontonar minúsculas jaulas oxidadas, de apenas un metro de alto por dos de largo. En ellas, contorsionados como pueden, hay osos tibetanos, animales que pueden llegar a medir 1,90 y pesar 200 kilos. Los cachorros comparten jaula de dos en dos y todos ellos aprietan el negro pelo de su melena contra los alambres de las jaulas, como un almohadón roto por el que se escapa parte del relleno. En libertad pueden vivir más de 25 años, pero en las granjas no llegarán a los 10. Las rejas han hecho heridas en sus pieles; todavía abiertas, pero curtidas por el aire y los insectos. Las llagas están rodeadas de placas de pus y sangre coagulada, atrapando su pelo en duras y malolientes placas. La mayoría de ellos muere de una infección antes de 5 años, cinco veces menos que en la naturaleza. Es como si nosotros muriéramos con 16 años. Infecciones que, por otra parte, son de esperar, pues para recolectar la ansiada bilis, los «granjeros» juegan a ser cirujanos, practicando verdaderas carnicerías a los osos.

En primer lugar, buscan la vesícula biliar utilizando rudimentarios aparatos de radiografía, es una especie de bolsita oculta tras el hígado. Es entonces cuando la pinchan como pueden y, sin perder un segundo, introducen un tubo que recoja cada preciada gota verde antes de que se pierda en las cavidades del animal. La incisión no se sutura, como mucho se dan un par de puntadas y se les coloca una faja metálica conocida como full-jacket. Así viven, día tras día, hasta que comienzan a desfallecer, momento en que se les retira el catéter para matarlos y extraer su vesícula.

Aunque parezca mentira, se trata de una práctica real amparada por el propio gobierno. Supuestamente, buscaban reducir la caza furtiva de una especie amenazada. Se calcula que en el mundo hay más de 12 000 osos sufriendo en estas condiciones, repartidos en granjas de varios países asiáticos, principalmente Vietnam, Corea del Norte y sobre todo China (donde se encuentran más de la mitad de ellos). El resultado son unos 7000 kilos de bilis anual, para dos principales usos: como un simplemente tónico, un cóctel de bilis, vodka y vino de arroz, o como “medicamento” alegando propiedades curativas de todo tipo: anticonvulsivo, analgésico anal, o antitérmico para el hígado.

Oso en cautiverio por su bilis