Por miles de años se han extraí­do millones de peces de nuestros océanos, lagos y rí­os. Recientemente la demanda por productos marinos ha aumentado y la tecnologí­a moderna ha incrementado nuestra habilidad para localizarlos, pescarlos y consumirlos. Como resultado, los números de especies marinas se han reducido enormemente. En la actualidad, un tercio de todos los peces pescados en redes no son considerados valiosos para la industria pesquera y son devueltos al mar muertos o semi muertos: es la llamada "pesca de desecho".

La industria pesquera también ha creado criaderos artificiales (piscifactorías o acuarios) en los que miles de peces comparten inadecuados, sofocantes y reducidos espacios (2,500 libras de peces en 2,500 galones de agua) en los que las enfermedades se desarrollan y propagan rápidamente. Hacinados, los peces viven, comen y defecan, haciendo necesario el uso de químicos, desinfectantes, antialgas, hormonas, vacunas y antibióticos para combatir sus enfermedades y parásitos.

Cuando los peces alcanzan el peso necesario para ser enviados al mercado, son depositados en tanques oxigenados que los llevaran directamente a los mataderos donde la carga es depositada en grandes depósitos de metal. Allí­, los peces que sobrevivieron este cruel proceso y la tensión del transporte mueren sofocados.En algunos restaurantes los peces son consumidos vivos. Se les quitan las ví­sceras, se les filetea y son servidos a los consumidores.

Algunas personas piensan que los activistas por los derechos de los animales van demasiado lejos en sus intentos por defender a los peces. Muchas personas incluso cuestionan la facultad de estos animales a experimentar dolor o angustia.Estas percepciones hacen que ciertos individuos enfáticamente afirmen que los peces no sienten absolutamente nada cuando se resisten a ser pescados en redes o anzuelos. Asimismo, ignoran totalmente la desesperación causada por la asfixia al ser sacados del agua o la cruel práctica de atarlos a los botes con filosos anzuelos para mantenerlos vivos y "frescos" en el agua. Llegando al colmo de lo absurdo, algunas personas creen que los peces no sienten dolor, porque si lo sintieran no se provocarí­an aún más dolor al jalar el hilo de la caña de pescar tratando de escapar. Cuando los peces se aterrorizan, tratan de nadar mar adentro para librarse de lo que les ocasiona dolor o temor pero esto no quiere decir que no sientan dolor.

Gracias a los avances en neuroquí­mica , se ha comprobado que los peces (al igual que otros animales vertebrados, incluyendo a los humanos) poseen un sistema nervioso altamente desarrollado que los protege en situaciones de dolor, pues les hace sentir la fuente que amenaza su integridad física y les permite rehuírla, de manera de evitar el peligro que le causa dolor. Sin dolor, los animales no habrían llegado a sobrevivir los millones de años que llevan en la tierra, y eso es aplicable también para el caso de los peces y animales marinos. Al estar cefalizado, es evidente que también sufre dolor.

Es más: algunas especies de peces cambian instantáneamente de color cuando se alarman, regresando a su color original únicamente cuando el peligro pasa. Estas alteraciones en la coloración (similares a cuando una persona palidece de miedo) son indicadores de cambios bioquí­micos internos que se producen debido a reacciones emocionales tales como pánico y comportamientos escapistas. Por lo tanto, es totalmente ilógico presumir que no existen experiencias subjetivas o sentimientos de miedo asociados con estas emociones.

Neurocientí­ficos han descubierto que todos los animales vertebrados, incluyendo a los peces, poseen un sistema receptor benzodiazepino en sus cerebros. Este sistema receptor es bloqueado con drogas como Valium la cual tiene la propiedad de reducir el miedo y la ansiedad en los humanos. La presencia de de bradiquininces, endorfinas y nociceptores alrededor de los labios y boca del pez indican que los peces sienten dolor al ser pescados y cuando se sofocan ("Los peces sienten dolor", Animals Today, Nov. 96 - Ene. 97). Los peces tienen receptores benzodiazepinos que indican que sienten tanto ansiedad como dolor (Nielsen, et al, Brain Res, 141:342-6,1978). Los peces, anfibios, y reptiles tienen respuestas "variables, únicas y creativas" al dolor lo que demuestra que sus reacciones no son simplemente reflejos (Ninan, et al, Science, 218:1322-4,1892).

Las personas que mantienen peceras o acuarios reportan que algunas veces los peces dan muestras de depresión, tornándose pálidos y letárgicos cuando son separados de sus parejas. Y recientemente, etologistas han demostrado que peces sociables como los peces dorados (goldfish) no se comportan normalmente cuando se les priva del contacto con otros peces de su misma especie.Concluí­mos entonces con la premisa de que los peces son animales que sienten y que son capaces de experimentar dolor y miedo en una forma muy particular, al igual que la vasta multitud de seres humanos.

Muchas personas, por ignorancia o indiferencia, consideran la pesca como un deporte o pasatiempo relajante y gratificante. Involucarn a sus hijos desde una edad temprana, inculcándoles el érroneo mensaje de encontrar diversión con la muerte violenta de un animal que tiene derecho a vivir en paz en medio de su elemento natural.

Enséñeles a sus hijos a respetar a todo ser viviente y comparta con ellos pasatiempos sanos, gratificantes y libres de crueldad.

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