Con la estampa de la Basílica del Pilar de fondo, Zaragoza se convirtió ayer en el epicentro de una protesta histórica. Activistas de AnimaNaturalis y CAS International alzaron sus voces frente al Balcón de San Lázaro para exigir el fin de las corridas de toros durante la Feria de San Jorge. Bajo el lema “Tauromaquia no es mi Cultura”, los activistas denunciaron el respaldo institucional a una tradición que, aseguran, “violenta los derechos de los animales y desoye el sentir ciudadano”.
La acción, realizada a las 12:00 horas en el Paseo de la Ribera, no solo buscó visibilizar el rechazo social hacia la tauromaquia, sino también respaldar la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) #NoEsMiCultura en Aragón, que ya cuenta con el apoyo de más del 3% del censo electoral. “Zaragoza está despertando. La ciudad ha dejado en claro que la cultura auténtica no puede ser cómplice del maltrato animal”, declaró Ana Gallego, coordinadora de AnimaNaturalis en Aragón, durante su intervención.
Una sociedad que dice «basta»
El movimiento se enmarca en un contexto de creciente rechazo ciudadano. La ILP #NoEsMiCultura, que entregó 715.606 firmas al Gobierno central en febrero pasado, exige la derogación de la Ley de Patrimonio Cultural que protege la tauromaquia, impidiendo a comunidades y ayuntamientos decidir sobre su relevancia cultural. Los datos respaldan este clamor: según el Anuario de Estadísticas Culturales, entre 2009 y 2019, el número de corridas se redujo a la mitad, pasando de 2.684 a 1.425 eventos.
La encuesta más reciente de la Fundación BBVA (2025) revela que casi el 80% de la ciudadanía española se opone al uso de animales en espectáculos taurinos. “No es solo una cuestión ética, sino de coherencia con los valores de una sociedad moderna”, añadió Gallego, quien recordó que, según datos del Ministerio de Cultura, solo el 5,8% de la población asistió a una plaza de toros en 2019, muchos con entradas gratuitas o descontadas.
Tras un leve repunte en 2022 —atribuido a la necesidad de dar salida a toros acumulados durante la pandemia y la precarización laboral del sector—, los festejos taurinos volvieron a caer en 2023. “La tauromaquia se sostiene con subvenciones y nostalgia, no con el interés genuino de la ciudadanía”, criticó Gallego.
Las y los activistas también destacaron la paradoja de celebrar espectáculos con animales en una fecha marcada por el simbolismo religioso y la reflexión. “En plena Semana Santa, hablamos de compasión, pero financiamos la tortura de seres sintientes. Es hora de que Zaragoza lidere un cambio”, insistió Gallego, en referencia a la campaña que impulsa la ciudad para que Aragón recupere la potestad de decidir sobre su patrimonio cultural.
AnimaNaturalis y CAS International cerraron el acto con una performance impactante, con voluntarias sosteniendo capotes de torero con las manos ensangrentadas. La imagen, difundida en redes sociales con la etiqueta #NoEsMiCultura, resume su mensaje: el futuro es una cultura que celebre la vida, no la muerte.
Mientras la Feria de San Jorge continúa, el debate sobre la tauromaquia se intensifica. Y aunque el eco de las protestas se disipe, una pregunta persiste: ¿cuánto tiempo más podrá ignorarse la voz de una mayoría que exige evolucionar?

