Perra Vida

Mi amor por los animales me ha causado millones de problemas. Desde la incomprensión hasta la franca agresividad de personas de las que lo menos que uno esperaría seria un mínimo de solidaridad.

05 abril 2010
Colombia.

Hace semana y media encontré extraviada una perrita french. Me di cuenta de su situación porque venía arrastrando la lengua, cojeando y con la piel roja por la insolación. La tomé inmediatamente entre mis brazos y ella se dejó llevar sin resistencia. Desde entonces está conmigo. Me ha hecho más grata la vida en el Arca de los Sueños, que es como llamo a mi apartaestudio. Me la ha complicado también, por supuesto. Siempre solía almorzar y cenar donde me cogiera la hora. Despertarme sola y dormirme cuando me agarrara el sueño. Ahora debo madrugar para sacarla al parque y estar a medio día para hacerle el almuerzo. Lo mejor es que acabó con mi inexistente (de por sí) vida social, lo cual es perfecto. Así que bueno, donde come una comen dos, y ahí le vamos.

Mi amor por los animales me ha causado millones de problemas. Desde la incomprensión hasta la franca agresividad de personas de las que lo menos  que uno esperaría seria un mínimo de solidaridad.

De las actitudes más desagradables recuerdo especialmente la de una poeta barranquillera, quien con un evidente mohín de asco y rechazo me dijo mientras yo ayudaba a su marido a repartir poemas: "¿Por qué ayudas perros? ¿Tú prefieres los perros a los niños?". Podría haberle respondido que sí, que solo en Cartagena existen más de 200 ONG's que trabajan por los niños con dineros oficiales y privados (falta ver cuánto invierten en los niños y cuánto se roban), y que existe una sola entidad: Fundación Rescate de Animales Desamparados, de la cual hago parte, que no tiene un solo peso, que 
trabaja con las uñas sangrantes y siempre al límite de las fuerzas.Podría haberle respondido que los niños tienen leyes de su lado, comisarías  de familia, juzgados y policías. Y que los animalitos no tienen ni un Dios que se ocupe de ellos. Porque ese Dios que nos enseñaron, fue tan negligente, o tan tonto, o tan criminal (¿No es que lo sabe todo?)  que le  entregó un paraíso entero a esta especie malvada de la que formamos parte.

Sí, siempre he pensado que la culpa de todo la tiene el antiguo testamento,  pues nos dio total impunidad para destruir a las demás especies sin cargos  de conciencia. "Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra" Génesis Cap. 1, ver 28.

Existe otra frase que me produce profundo terror: Génesis, Cap.1 ver. 26:  "Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza"... Si el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, o sea, si Dios es como nosotros ¿Qué esperanza cabe?.

Sukio Mahicari, corriente espiritual de origen japonés, sostiene que el  dolor que el hombre le ha causado a los animales, ha desatado una gigantesca energía de odio y rencor de ellos en respuesta. Los animales no tendrían un  alma individual como nosotros, sino colectiva, y ese espíritu o manitú animal está clamando venganza contra la especie humana. Muchas de las  enfermedades y tragedias naturales que aquejan al hombre en la actualidad serían causadas por esta energía.

Pues yo no sé cómo funciona el universo (ya me gustaría entender por lo menos y para empezar, los misterios de mi propio y terco corazón). Pero sé que los animales son mis hermanos. Que su dolor es mi dolor, que su suerte es mi responsabilidad. Aún cuando eso signifique soportar la burla, la maledicencia y la mirada de sospecha de quienes consideran que es preferible salvar niños a perros. Sobre todo cuando sabes que son esas personas precisamente, las que nunca han movido un dedo para ayudar a nadie. Que sus  obras benéficas no son más que una excusa para aparecer retratados en la página social. Que aunque se llaman cristianos y les sobra el dinero nunca invitarán a un niño de la calle, o a un simple ser necesitado a comer a su mesa. Ellos no se atrasarán jamás en la cuota del club social para con ese dinero darle educación y medicinas a los millones de desgraciados que han nacido no sé para qué (lo siento, no soy Dios para saberlo, pese a estar hecha a su imagen y semejanza).

Marguerite Yourcenar, autora de Memorias de Adriano y miembro de la Academia  Francesa de la Lengua, declaró en el libro Con Los Ojos Abiertos, extensa entrevista con el periodista Matthieu Galey: "Me digo con frecuencia que si no hubiéramos aceptado, durante milenios, ver indiferentes la agonía de los  animales asfixiándose en los vagones jaula, o quebrarse las patas, como les ocurre a tantas vacas o caballos, enviados enseguida al matadero en condiciones absolutamente inhumanas, nadie, ni siquiera los soldados encargados de escoltarlos, hubiera soportado la imagen de los vagones nazis atestados de gente que en número superior a los ocho millones, fueron enviados como corderitos a una muerte atroz. Si fuéramos capaces de escuchar y estremecernos ante los aullidos de los animales cazados en una trampa (siempre por sus pieles) y royéndose las patas para intentar escapar, se nos afinaría el oído para escuchar el dolor de nuestra propia especie".

"Me parece atroz tener que pensar cada año, hacia el fin del invierno, en el momento en que las focas paren en los bancos de hielo, que ese gran trabajo natural, se cumple en provecho de inmediatas masacres (como se sabe, los bebés son desollados vivos ante la impotencia aterrada de sus madres). ”No puedo alimentar a las tórtolas en mi bosque sin dejar de pensar que sesenta millones de ellas caerán este otoño por los disparos de los cazadores por diversion. Se debe limitar la "proliferación de las especies", como dice la gente que nunca piensa en limitar la propia.

"Además, está siempre ese aspecto tan conmovedor para mí, del animal que no posee nada, salvo su propia vida, que con tanta frecuencia le arrebatamos por simple diversión. Está esa inmensa libertad del animal, viviendo sin más, su realidad de ser, sin todo lo falso que los humanos le agregamos a la vida. Es por eso que el sufrimiento de los animales me conmueve hasta tal punto, al igual que el sufrimiento de los niños: veo el horror de arrastrar en nuestra locura a seres que son totalmente inocentes. Cuando tenemos momentos difíciles, podemos decirnos que contamos con nuestra inteligencia para salir del paso, y hasta cierto punto, que somos responsables de lo que nos ocurre, pero responder con brutalidad a la total inocencia del niño o del animal, que no comprende lo que le ocurre, es siempre un crimen odioso".


Una persona que no ama los animales, que los rechaza, no merece la menor confianza, no puede hacer parte de mi vida. Pero al final no se está solo, siempre aparece un ángel, una mano tendida. Como el hombre desconocido que me ayudó una noche a cargar una perrita que encontré atropellada más de 30 cuadras hasta la Fundacion Rescate donde me la recibieron gratis. Aquel regala una cobija o una medicina, este otro permite que el animalito se quede en su patio protegido y calientito, mientras se recupera de las heridas. En la fundación hemos perdido muchas criaturas por falta de recursos, otras se han salvado gracias a  este tipo de ayuda.

En cuanto a Bebé Sofia (la french que encontré hace semana y media) el veterinario  me ha dicho que tiene cáncer. Presenta un aspecto saludable, ánimo y apetito; pero una serie de protuberancias en su cuerpo le dieron al médico la clave para descubrirlo. Me debato ahora entre ponerla a dormir y ahorrarle el sufrimiento, o darle un compás de espera a la vida. O esperar un milagro de ese buen Dios que me la trajo, de ese que me mira profundamente desde sus hermosos y esperanzados ojos y que nada tiene que  ver (lo sé muy bien) con la Biblia, el Corán o el Bagavat Gita.

No, no sé como funciona el universo, tampoco entiendo la dureza y  fatuidad de ciertos corazones. Sé que el Dios que me enseñaron (que me impusieron) en la escuela y en la casa,  es una construcción político antropológica  diseñada para sojuzgar las masas bajo la amenaza del infierno. Pienso sin embargo, que aunque ese Dios no exista, aunque no seremos condenados ni salvados, es preciso aprender (intentar al menos) a hacer lo correcto.

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