Reino Unido presenta estrategia histórica para eliminar la experimentación animal

El gobierno británico establece plazos concretos y destina 75 millones de libras para desarrollar alternativas tecnológicas que reemplacen las pruebas en animales.

09 diciembre 2025
London, United Kingdom.

El Reino Unido ha dado un paso sin precedentes en la protección animal al presentar la primera estrategia nacional integral del mundo para eliminar progresivamente el uso de animales en investigación científica y pruebas de laboratorio. El plan, titulado "Replacing animals in science: a strategy to support the development, validation and uptake of alternative methods", fue presentado el pasado 11 de noviembre por el ministro de Ciencia británico, Lord Patrick Vallance, y marca un punto de inflexión hacia métodos científicos más éticos, fiables y acordes con los avances tecnológicos del siglo XXI.

"Esta estrategia representa un avance histórico para los animales y para la ciencia. Durante décadas, millones de seres sintientes han sufrido y muerto en laboratorios bajo la promesa de que no había alternativas. Hoy, el Reino Unido demuestra que esa narrativa está obsoleta y que es posible apostar por una investigación innovadora, rigurosa y libre de crueldad", expresa Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. "Este compromiso debe inspirar a otros países, incluido el nuestro, a seguir este camino", añade.

Plazos concretos y compromisos vinculantes

Lo que distingue a esta estrategia de declaraciones previas es la inclusión de fechas específicas y objetivos medibles. El gobierno británico se compromete a eliminar ciertos tipos de experimentación animal en plazos establecidos, lo que supone un cambio radical respecto a las políticas tradicionales que carecían de cronogramas definidos.

Entre los compromisos más destacados se encuentran:

Para finales de 2026: Se prohibirán las pruebas en animales para evaluar la irritación ocular y cutánea, así como la sensibilización dérmica. Estos experimentos, que actualmente se realizan principalmente en conejos, han sido criticados durante años por organizaciones de protección animal debido al intenso sufrimiento que provocan. También se eliminarán las pruebas de pirógenos en conejos, que serán sustituidas por análisis con células inmunitarias humanas en laboratorio.

Para 2027: Se espera que finalicen las pruebas de potencia del botox en ratones, un procedimiento que implica inyectar a los animales una neurotoxina letal. Únicamente se mantendrán en casos médicos excepcionales. Además, todos los análisis para detectar agentes adventicios —virus o bacterias que podrían contaminar accidentalmente los medicamentos— se realizarán exclusivamente mediante métodos basados en ADN, sin recurrir a animales.

Para 2030: El gobierno se compromete a reducir en al menos un 35% los estudios farmacocinéticos en perros y primates no humanos. Estos experimentos, que rastrean cómo se mueve un medicamento por el organismo a lo largo del tiempo, han sido especialmente controvertidos por utilizar especies con alta capacidad cognitiva y emocional. También se eliminará el uso de animales en la producción de anticuerpos mediante métodos tradicionales, que implican inyecciones repetidas y extracción invasiva de sangre o fluidos.

Tecnologías del futuro: más allá del modelo animal

El corazón de la estrategia británica reside en el desarrollo y validación de métodos alternativos que ya están demostrando ser más precisos, económicos y relevantes para la salud humana que los modelos animales tradicionales. El gobierno destinará 60 millones de libras para crear un centro de datos, tecnología y conocimiento especializado que fomente la colaboración entre investigadores, y un Centro para la Validación de Métodos Alternativos del Reino Unido (UKCVAM, por sus siglas en inglés) que agilizará la aprobación regulatoria de estas nuevas técnicas.

Además, el Consejo de Investigación Médica, Innovate UK y la Wellcome Trust han comprometido conjuntamente 15,9 millones de libras para impulsar modelos humanos in vitro, incluyendo sistemas innovadores que ya están transformando la investigación biomédica.

Entre las tecnologías prioritarias destacan:

Sistemas órgano-en-chip: Se trata de dispositivos diminutos que utilizan células humanas reales para replicar el funcionamiento de órganos como el hígado, el cerebro, los pulmones o el corazón. Estos chips permiten observar cómo responden las células humanas a medicamentos o sustancias químicas en condiciones que imitan fielmente el ambiente fisiológico del cuerpo humano. Cinco equipos de investigación en el Reino Unido trabajarán en modelos de enfermedades hepáticas, cerebrales, cáncer, dolor y vasos sanguíneos.

Tejidos bioimprimidos en 3D: Esta tecnología permite crear muestras de tejido humano realistas —desde piel hasta hígado— para evaluar la toxicidad de sustancias sin necesidad de usar animales. Los tejidos bioimprimidos ofrecen entornos más fidedignos para estudiar la biología humana que los modelos animales, cuyos resultados frecuentemente no son extrapolables a humanos.

Inteligencia artificial y modelado computacional: El uso expandido de la IA permitirá analizar enormes cantidades de información molecular para predecir si un nuevo fármaco será seguro y eficaz en humanos, acortando los tiempos de investigación y reduciendo drásticamente el número de animales utilizados.

Un problema de relevancia científica, no solo ética

Aunque el impulso ético es innegable, la estrategia británica también responde a una creciente conciencia sobre las limitaciones científicas de los modelos animales. Numerosos estudios han demostrado que menos del 10% de los descubrimientos prometedores en investigación básica —la mayoría basados en experimentos con animales— llegan a aplicarse en la práctica clínica humana en un plazo de 20 años.

Un ejemplo paradigmático es la sepsis, una condición que causa aproximadamente 48.000 muertes anuales en el Reino Unido. A pesar de décadas de investigación y miles de millones de libras invertidas en experimentos con ratones y ratas, no existen tratamientos específicos ni herramientas diagnósticas fiables para humanos. La razón es clara: la biología de los roedores difiere sustancialmente de la nuestra. El resultado ha sido cientos de "curas" para la sepsis en ratones que nunca funcionaron en personas.

"Durante demasiado tiempo, la experimentación animal ha entregado mucho sufrimiento y muy poco progreso real para la salud humana. Las diferencias biológicas entre especies hacen que los resultados sean frecuentemente inaplicables, retrasando avances médicos genuinos", señala Gascón. "Métodos como los organoides, los chips de órganos y los modelos computacionales ya están superando a las pruebas en animales en muchos contextos. Es momento de invertir de forma decidida en estas tecnologías", añade.

Una tendencia global en crecimiento

El Reino Unido no está solo en este camino. Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea también han dado pasos para reducir la experimentación animal e invertir en las llamadas "nuevas metodologías de aproximación" (NAMs, por sus siglas en inglés). La armonización de estándares internacionales, la coordinación entre gobiernos y la financiación conjunta serán esenciales para garantizar una transición global efectiva y eficiente.

En el Reino Unido, el uso de animales en experimentos alcanzó su punto máximo en 2015 con 4,14 millones de procedimientos, impulsado principalmente por el auge de experimentos de modificación genética en ratones y peces. Para 2020, esa cifra había descendido drásticamente hasta 2,88 millones gracias al desarrollo de métodos alternativos. Sin embargo, desde entonces el descenso se ha estancado, situándose actualmente en torno a 2,5 millones de procedimientos anuales. La nueva estrategia busca precisamente reactivar esa tendencia decreciente.

La estrategia ha sido recibida con cautela optimista por parte de organizaciones de protección animal y científicos comprometidos con las alternativas. Barney Reed, responsable de Ciencia y Política de la RSPCA, declaró que "esta estrategia marca un paso significativo adelante para acabar con el uso de animales en ciencia" y destacó que el 77% de los adultos británicos apoyan el compromiso del gobierno para eliminar progresivamente la experimentación animal.

"Celebramos y aplaudimos este avance del Reino Unido, que demuestra que el compromiso político puede impulsar una transformación profunda en la ciencia y cambios reales para los animales", concluye Gascón. "Ahora es responsabilidad de otros países, incluida España, seguir este ejemplo. La ciencia del siglo XXI no puede seguir basándose en prácticas del siglo XIX. Los animales, la ética y la propia eficacia científica lo exigen".

La estrategia será supervisada por un comité presidido por Lord Vallance que incluirá a otros ministros, departamentos gubernamentales, reguladores y financiadores. Se publicarán indicadores clave de desempeño en 2026 para monitorear el progreso.

Con esta iniciativa, el Reino Unido no solo responde a una demanda social creciente, sino que también se posiciona como líder global en la regulación de métodos alternativos y en el desarrollo de una ciencia más humana, precisa y relevante para la salud humana. El camino hacia una investigación completamente libre de animales será largo, pero este plan marca el inicio de una era en la que el sufrimiento de millones de seres sintientes en laboratorios podría, finalmente, llegar a su fin.