Carta a la Defensora de los lectores de El País

Carta que le acabo de mandar a la Defensora de los lectores de El País. Lamento no poder adjuntar también el artículo que la ha originado, pero ya sabéis que elpais.es es una web de pago, y no estoy suscrito, y ahora no puedo dedicarme a copiar el artículo, pero por lo que digo en la carta ya os podéis hacer cargo de cómo va la cosa. Si queréis colaborar también en este frente y protestar a la Defensora, ya sabéis: defensora@elpais.es

 

06 abril 2004
Internacional.
Estimada Defensora,
 
ayer, lunes 5 de abril, EL PAÍS publicó en su edición de Catalunya un ignominioso y oportunista artículo del crítico taurino Salvador Boix, titulado "Barcelona taurina". Digo oportunista porque hoy, martes 6 de abril, en el Pleno del Ayuntamiento de Barcelona precisamente se va a debatir la necesidad o no de declarar a la ciudad como antitaurina, de repudiar las corridas de toros y, en consecuencia, de pedir a la Generalitat de Catalunya que las prohíba.
 
Cuando escribo esta carta aún no se ha celebrado el Pleno mencionado, y por tanto desconozco cuál va a ser el resultado. Pero el motivo de mi indignación es el hecho de que precisamente ayer EL PAÍS publicara ese artículo del señor Boix. Me parece una toma de postura por parte del diario totalmente irrespetuosa con sus lectores antitaurinos, que haberlos haylos, puede estar usted bien segura. Tal vez recuerde una polémica que se armó no hace mucho también por un artículo taurino de un intelectual taurinófilo colombiano -si no recuerdo mal- que apareció nada menos que en el suplemento de cultura Babelia.
 
Ya sabemos que en Barcelona hay algunos intelectuales y personajes de la cultura -no muchos- que asisten y disfrutan del sádico espectáculo que se ofrece cada domingo de temporada en la Monumental. Pero son muchos más los que no lo hacen, los que repudian tal espectáculo. No hace mucho tuve la ocasión de conocer personalmente al sociólogo barcelonés Salvador Cardús, y le pregunté que cómo era que con lo mucho que escribe y opina en la prensa, en diversos medios, nunca he leído de él nada acerca de las corridas. Me respondió que, simplemente, le parece una cosa tan elemental, tan obviamente reprobable, que ni siquiera consiera que se merezca dedicarle ningún tiempo ni esfuerzo. Pues bien, esa misma es la opinión de muchos otros intelectuales. Hay que tenerlo muy en cuenta, para no confundir su silencio al respecto con la indiferencia o la aquiescencia.
 
El caso es que la publicación ayer en EL PAÍS del artículo del señor Boix me parece un acto descarado de toma de partido y de clara intención de influir en la decisión que el Ayuntamiento de Barcelona debe tomar al respecto, posiblemente en el Pleno de hoy mismo. Ya sabemos que EL PAÍS es un diario taurino, pero muchos de sus lectores no lo somos y de vez en cuando nos dan el gran disgusto. Seguimos leyéndolo por la indudable calidad de sus colaboradores habituales, por sus magníficos artículos de opinión, por la objetividad de sus informaciones... pero de vez en cuando, zas!, la bofetada a nuestro intelecto, a nuestra sensibilidad.
 
Además, el artículo del señor Boix carga el peso de la prueba de la necesidad de mantener las corridas en Barcelona en el consabido argumento de la tradicionalidad de las corridas en esta ciudad. Cosa totalmente absurda, porque nadie les niega a los taurinos la absoluta tradicionalidad de su cruel y sádica afición. Nadie lo pone en duda: las corridas de toros son tan tradicionales como lo fueron en su tiempo los juicios y ejecuciones de la Santa Inquisición, tan tradicional como lo fue la segregación de los negros en Estados Unidos y en tantos otros lugares, tan tradicional como los malos tratos de los que muchos hombres hacen víctimas a sus mujeres. El criterio de tradicionalidad no da carta de naturaleza a la salvajada. El solo hecho de la permanencia a lo largo del tiempo no es suficiente, ni mucho menos, para perpetuar la crueldad, la injusticia, la barbarie. Es más: pretender que la simple tradicionalidad legitima una actividad determinada es absolutamente inmoral.
 
Espero que los políticos del Ayuntamiento de Barcelona estén hoy a la altura de las circunstancias, a la altura de lo que los ciudadanos sensibles y civilizados que les hemos votado queremos, a la altura de Europa, a la altura de lo que creíamos que tenía que ser el siglo XXI.
 
Y espero también que EL PAÍS publique, en los próximos días, algún artículo de algún intelectual importante en sentido contrario al del señor Boix. Tal vez de Rosa Montero, o de Manuel Vicent, o de Jesús Mosterín... Nos lo deben ustedes, a los lectores que seguimos siéndoles fieles a pesar de todo.
 
Muchas gracias,
 
 
Santi Mas Plaza
Vilanova i la Geltrú (Barcelona)

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