Cómo sería ver en el futuro a zorros caminando como perros guachos en las ciudades. Listos para encariñarse con alguien que los adopte. Pues así como los perros fueron domesticados después de un largo proceso, quizás de décadas, cientos de años, hoy son los zorros los que han seguido este camino.
Según publicó el diario británico «The Independent», en 1959 fue establecida en la localidad de Novosibirsk, en Siberia, una colonia de estos animales; era un experimento del científico Dmitry Belyaev, un genetista que seleccionó 100 zorras y 30 zorros que tenían un carácter más dócil que sus pares.
Los científicos que siguieron la huella de Belyaev se dedicaron progresivamente a mezclar a aquellos zorros que más se adaptaran al ser humano. Y hoy, casi 46 años después, y tras el paso de 45 mil de estos animales por la colonia, la transformación de los escogidos ha sido notable.
Según publicó la revista especializada «Current Biology», la elite de los zorros seleccionados mira a los ojos a los hombres, les mueven la cola, se alegran cuando uno se aproxima y son capaces de lamer la mano de los científicos que los cuidan.
Brian Hare, de la Universidad de Harvard, y Lyudmilla Trut, de la Academia de Ciencias Rusa, explicaron en el artículo de la susodicha revista que los zorros son mejor compañía para los humanos que muchas otras mascotas, entre ellas los gatos.
Dijeron: «Mostramos que los zorros de una población experimental que fue selectivamente mezclada durante 45 años para acercarse a los humanos sin miedo y sin agresividad, no sólo son más hábiles que los cachorros de perro, sino que son mucho más capaces que otro grupo de zorros que no fueron domesticados».
Incluso los zorros domesticados cambiaron físicamente: sus pieles desarrollaron manchas blancas como las de algunos canes, sus hocicos se acortaron, y en algunos casos sus orejas se pusieron lacias y sus colas se enroscaron.
Los tests de inteligencia a que fueron sometidos evidenciaron una inteligencia social similar a la del perro y superior a la de los chimpancés. Pueden, por ejemplo, hallar comida escondida siguiendo las señales de los humanos, algo imposible para los primates.
“A través sólo de una selección genética, nuestro grupo investigador creó una población de zorros domesticados fundamentalmente diferentes en temperamento y comportamiento a sus pares salvajes», explicó Trut.
Los zorros domesticados mueven la cola a los científicos, les lamen la mano y se alegran ante su presencia.
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