Mientras las voces naranjas de los ucranianos residentes en Barcelona se manifestaban el domingo en la plaza de Catalunya, el hurón seguía siendo el animal más contemplado en la Rambla. Ni conejos enanos ni ardillas coreanas ni periquitos. El hurón, de la familia de los mustélidos es, desde hace algún tiempo, un animal que está de moda. O sea, que uno, observando a tres pequeños e inquietos ejemplares en una jaula, no podía evitar apiadarse de ellos.
En la Rambla, en uno de los quioscos de venta de animales, un vendedor repetía que el hurón se vende a 120 euros. "Pero los que tengo ya están todos vendidos". En la Rambla, el hurón atrae a los niños y a don Fulgencio García, que, según contaba, fue en sus buenos tiempos cazador. "Si mete usted un hurón en una madriguera, el tío mata todo lo que pilla. Yo cazaba con escopeta, pero en Huesca muchos usaban hurones y otras cosas peores". A su lado, su mujer insinuaba que los hurones huelen. Pero donde hay tumulto siempre hay un experto que suele ser espontáneo. "Eso se soluciona quitándoles unas glándulas que tienen debajo de la cola".
El hurón, ay, está de moda. Se ve que incluso cierta juventud tatuada de perfil duro, bota al uso y gran exhibición de cadenas, anda necesitada de mascotas y ha encontrado en el hurón lo que buscaba. Cansada ya de la perpleja iguana o de esa pitón que también posee cierto cocinero, a la parroquia más joven le ha dado ahora por el hurón, que incluso admite que se le pueda pasear por la calle con su correa correspondiente. Y de eso se trata: de que a uno lo miren. Y si el hurón sirve para que uno lo miren, pues se compra uno un hurón.
Da igual que los vendedores alerten o avisen de que, siendo un animal domesticado, lo peor que le puede pasar a un hurón comprado como mascota es que lo suelten en el monte o en el bosque. Pobre hurón. Estás perdido, hermano. Algunas publicaciones te definen como la mascota ideal para las personas que buscan lo inusual. O sea, que estás listo.
Arturo San Agustín
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