Un cuadrilátero abandonado hace más de cinco meses es la única prueba de la aberrante práctica que tenía lugar en el zoológico Safari World de Bangkok. Ahí se escenificaban impactantes veladas pugilísticas entre los 115 orangutanes que habitaban el parque tailandés.
Pero los combos que iban y venían entre los primates eran sólo una parte de la escabrosa historia. Asociaciones ecologistas descubrieron que el poderoso propietario del Zoo, Pin Kiewkacha, no se contentaba con ser el promotor de estos eventos, sino que además incurrió en el tráfico ilegal de orangutanes para fomentar este singular deporte.
Bhuvanart Saengsue, veterinario del Safari World, dijo que el zoológico siempre trató de ayudar a los animales y dice no entender por qué fue prohibida la actividad pugilística en agosto pasado. Según cuenta el diario argentino “Clarín”, el especialista se ufanaba al decir que durante años los primates fueron adiestrados “con shorts sedosos y guantes de boxeo para entretener a los visitantes”.
Para Edwin Wiek, vocero de la Fundación para la Supervivencia de los Orangutanes, las afirmaciones de Saengsue son una simple canallada: “Estamos seguros de que 57 de los animales son ilegales. Otros 15 murieron desde que empezó la investigación, pero nadie puede ver los cadáveres, lo que es muy sospechoso”.
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