Barcelona, La Rambla, inundada de turistas, tuvo ayer una nueva atracción. Las estatuas humanas perdieron protagonismo frente a ocho jóvenes que protestaban contra los encierros de las próximas fiestas de San Fermín. Los activistas, en paños menores, llevaban un pañuelo rojo al cuello y cuernos de plástico en la cabeza (en la foto). «Queremos llamar la atención sobre el sufrimiento de los toros», explicó William Rivas, portavoz de la organización de defensa de los animales PETA. El objetivo se logró, ya que muchos transeúntes se detuvieron a hace fotos y más de uno leyó el folleto que se repartía. La protesta fue el preludio de una mayor que se celebrará el martes en Pamplona.
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