La intención principal del gobierno era gravar alimentos y medicinas para toda la población, pero al no querer asumir el costo político que esto significaría, se le ocurrió cobrar IVA por estos dos conceptos relativos a los animales, sin profundizar más en las consecuencias que esto podría tener, ni en las verdaderas necesidades de la población sobre los mismos temas. Está decisión tendrá varias consecuencias para quien comparte su vida con animales, pero ninguna que solucione ningún problema, ya que el recurso obtenido no puede ser usado en programas para su beneficio, pues éstos dependen de gestiones locales y la recaudación de impuestos es Federal. Sobre el impuesto a los alimentos, el “dueño” del animal deberá pagar un 16% más por mantenerlo alimentado, lo cual si bien no es un factor decisivo para adoptar o abandonar, bien puede servir para pensar mejor en las características del animal que se desea integrar a la familia, asumiendo que el costo es ahora más alto.
El gobierno justifica su propuesta afirmando que, quien tiene un animal, es porque posee capacidad contributiva, es decir, que puede darse ese “lujo”; la realidad es que convivir con un animal no lo es.
Cobrar impuestos por el alimento de quien es y debe ser visto como un miembro de la familia, tal vez no provocará el abandono, pero puede significar que todos sacrifiquen un porcentaje de su calidad de vida. Es importante decir que el 16% de aumento en el alimento del animal de compañía, no significa un 16% de aumento en el total del presupuesto familiar.
El problema sí es grave para los protectores de animales y albergues, que verán duramente afectadas sus posibilidades de seguir ayudando, pues deberán desembolsar un 16% extra por dar un servicio que el mismo gobierno debería proveer. El problema de la sobrepoblación canina y felina es responsabilidad de los ciudadanos que abandonan y no esterilizan, pero el no solucionarlo de modo ético y sustentable es responsabilidad del gobierno, cuya práctica de “eliminar” a los animales en los antirrábicos, además de no resolver el problema, complica más la situación, suponiendo que los protectores y albergues se dedican a esto porque gozan de "capacidad contributiva".
Sobre el IVA aplicado a la venta de animales de compañía y pequeñas especies, tampoco existe una lógica relacionada con una política pública o con una necesidad social. Solo responde a una necesidad económica de recaudar más dinero.
Las cosas no cambiarán mucho para el mundo del comercio de animales. Las tiendas de animales seguirán vendiendo (quizá menos), la gente que compra lo seguirá haciendo, pero ahora con un creciente mercado informal, y de venta en la vía pública, acción que, dependiendo del estado o municipio donde se realice, puede estar prohibida y que ahora deberá ser perseguida por evasión fiscal. Ello quizá resulte en una mayor demanda de adopciones, así que el impuesto terminaría siendo positivo.
Desde una perspectiva de defensa de los derechos de los animales, éstos no son objetos que tengan un precio: la adopción es la única manera de resolver juntos este grave problema. Los animales aptos para convivir con humanos en nuestras casas son los perros y gatos, pues por su domesticación no gozan de un hábitat donde vivir. Sin embargo, aves, roedores, reptiles, arácnidos y demás animales no deben ser considerados animales “de compañía”.
Antonio Franyuti Vidal- Director en México
AnimaNaturalis Internacional
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