En el corazón de Logroño, un espacio típicamente animado por el fervor de las Fiestas de San Mateo, se manifestó una escena de profundo contraste y solemnidad. Mientras la ciudad se preparaba para cuatro días de festejos taurinos, la céntrica Plaza de San Agustín se convirtió en el escenario de una protesta escenificada por AnimaNaturalis y CAS International. Lo que se desarrolló no fue un mitin bullicioso, sino una "marea negra" de activistas que, a través del silencio y el simbolismo, buscaban transmitir un mensaje potente sobre la violencia animal.
Los elementos de la protesta fueron meticulosamente elegidos para maximizar el impacto emocional. Los participantes, ataviados completamente de negro en señal de luto por los animales, sostenían pancartas con mensajes concisos y directos que buscaban confrontar a los transeúntes con la cruda realidad de la tauromaquia. Frases como "Esto es dolor", "Esto es crueldad", "Esto es violencia" y "Esto es barbarie" estaban diseñadas para despojar a la corrida de toros de su romanticismo cultural y exponerla como un acto de brutalidad. La manifestación se transformó en una forma de teatro callejero, con activistas utilizando capas de torero y pintura roja para simular la sangre y el sufrimiento que los animales padecen en la arena. Esta dramatización no era simplemente una representación, sino un esfuerzo deliberado por forzar a los ciudadanos a ver el dolor que la industria taurina intenta disfrazar.
El uso del silencio en la protesta fue una decisión estratégica. A diferencia de las manifestaciones tradicionales que a menudo se perciben como caóticas o ruidosas, este acto silencioso obligó a los curiosos a detenerse, observar e interpretar el significado de la escena por sí mismos. Esta pausa reflexiva amplificó el impacto emocional de los símbolos visuales, como la sangre simulada y la mención de que 24 toros morirían durante las fiestas. El silencio creó un espacio para la contemplación, transformando una simple protesta en una invitación pública a la empatía y la reflexión ética, un acercamiento que busca tocar la conciencia antes de la razón. La portavoz de AnimaNaturalis en La Rioja, Inma de Imaña, articuló la esencia moral del evento: "no se puede disfrutar viendo como alguien sangra o hace sangrar". La protesta, en su quietud y su escenificación, buscaba "dar voz a los toros", a aquellos que no pueden protestar por sí mismos.
Un punto central de la denuncia de Imaña fue la preocupación por la industria que "va a haber un bolsín taurino que dará becas para nuevos toreros, además de vaquillas todas las mañanas para captar público joven". Esto revela que la tauromaquia, consciente de su declive demográfico y de su base de seguidores envejecida, está activamente buscando revitalizarse a través de la seducción de las nuevas generaciones. La protesta de AnimaNaturalis es una contramedida directa a este esfuerzo, apuntando a desenmascarar la crueldad inherente a la práctica ante el mismo grupo demográfico al que se intenta reclutar.
De Imaña hizo un contraste deliberado entre la celebración de la vida en las Fiestas de la Vendimia y la naturaleza de los festejos taurinos, a los que calificó como una "fiesta de sangre, tortura y muerte" que "no tiene cabida en nuestra sociedad". Esta perspectiva plantea el debate no como un choque entre tradición y modernidad, sino como una elección entre dos formas opuestas de celebrar: una que honra el trabajo, la cosecha y la vida en comunidad, y otra que se fundamenta en la violencia y el sufrimiento.

Un rechazo con datos y argumentos
La protesta no se queda solo en la simbología. Se enmarca en un contexto político y social crucial. Coincide con el debate abierto sobre la renovación de partidas presupuestarias taurinas y, sobre todo, con la tramitación en el Congreso de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) #NoEsMiCultura, respaldada por más de 715.000 firmas ciudadanas.
A pesar de que los medios locales reportan año tras año gradas vacías en La Ribera y describen una feria “cada vez más pobre” en interés, el Ayuntamiento de Logroño y la administración regional siguen destinando miles de euros de fondos públicos a la tauromaquia. Solo la campaña publicitaria de San Mateo del año pasado tuvo un presupuesto base de 20.661 euros, dinero que, según los activistas, podría destinarse a actividades culturales libres de crueldad.
Este gasto público choca frontalmente con la opinión mayoritaria de la ciudadanía. Encuestas recientes, como el estudio 'Percepciones de la naturaleza y los animales' de la Fundación BBVA (2025), confirman que el 77% de los españoles considera inaceptable el uso de animales en los espectáculos taurinos y apoya su prohibición.
La ILP #NoEsMiCultura, con sus cientos de miles de avales, obliga al Parlamento a debatir si deroga la ley que protege la tauromaquia como “patrimonio cultural”, un estatus que impide a ayuntamientos y comunidades autónomas prohibirla. La protesta de hoy en Logroño es un eco más de este clamor social que pide libertad real para que los municipios decidan su modelo de festejo, alejado de la violencia y acorde con la sensibilidad del siglo XXI.

