En pleno corazón de las fiestas del Pilar, una treintena de activistas de AnimaNaturalis y CAS International alzaron este domingo una potente imagen de protesta frente a la Basílica de El Pilar. Sosteniendo grandes retratos de toros y caballos víctimas de la tauromaquia, junto a pancartas con lemas como “Tortura no es cultura” y “Basta de tradiciones crueles”, exigieron el fin de las corridas de toros en Zaragoza y de las subvenciones públicas que las mantienen vivas artificialmente.
“El Pilar es sinónimo de orgullo y de hacer comunidad… pero no podemos permitir que semejante fiesta se manche con prácticas que implican violencia hacia los animales”, declaró Ana Gallego, coordinadora de AnimaNaturalis en Zaragoza.
La acción tuvo lugar el domingo 5 de octubre, al mediodía, frente al emblemático templo zaragozano, mientras miles de personas disfrutaban de las celebraciones patronales. El contraste entre el ambiente festivo y las imágenes de sufrimiento animal captó la atención de turistas y locales, que se detuvieron a observar la manifestación silenciosa.
La protesta se enmarca en el contexto de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) #NoEsMiCultura, que busca derogar la ley que protege la tauromaquia como “patrimonio cultural” en España. La ILP ha recogido más de 715.000 firmas, de las cuales 664.777 han sido ya validadas oficialmente, y será debatida próximamente en el Congreso de los Diputados.
“Nuestras fiestas son una celebración de la vida y la cultura aragonesa… no un espectáculo de sangre, tortura y muerte. Esto no tiene cabida en una sociedad compasiva”, añadió Gallego.
El reclamo ciudadano coincide con un creciente rechazo social a la tauromaquia: según el estudio Percepciones de la naturaleza y los animales de la Fundación BBVA (2025), tres de cada cuatro españoles repudian las corridas de toros, y el 77% considera inaceptable el uso de animales en espectáculos taurinos.
Dinero público para la tortura
A pesar de este rechazo, las instituciones locales y autonómicas mantienen y amplían los apoyos al sector taurino. En Zaragoza, el Ayuntamiento gobernado por PP y Vox ha duplicado el presupuesto destinado a la promoción taurina, pasando de 20.000 a 40.000 euros en 2025. Parte de ese dinero se destina a la escuela taurina Mar de Nubes y a actividades como talleres de toreo o el Club Torericos, dirigido a menores de entre 4 y 14 años.
Estos fondos contrastan con los recortes en servicios sociales y el cierre de espacios juveniles, como el centro El Túnel del barrio Oliver. “Resulta incomprensible que se invierta dinero público en enseñar a los niños a maltratar animales, mientras se cierran espacios que fomentan la convivencia y la creatividad”, lamenta Gallego.
A nivel autonómico, el Gobierno de Aragón (PP-Vox) ha reanudado las retransmisiones taurinas en Aragón TV tras una década de ausencia, pese a la falta de transparencia sobre su coste. Se calcula que cada festejo supone alrededor de 8.000 euros en gastos de producción, compartidos con otras televisiones autonómicas, incluso en horario infantil.
La tauromaquia, una tradición que se apaga
Las estadísticas oficiales del Ministerio de Cultura confirman el declive del sector: en 2009 se celebraron 2.684 festejos taurinos; en 2023 apenas 1.474, una caída de casi el 50%. Además, solo el 1,9% de la población asistió a espectáculos taurinos entre 2021 y 2022, una cifra insignificante comparada con otros eventos culturales.
“La evidencia científica y las contradicciones de las normativas de bienestar animal debieran bastar para abrir un debate ineludible acerca de la continuidad de las corridas de toros”, afirmó Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. “La población no acepta ya a la tauromaquia como parte de su identidad cultural”, añadió.
La situación se repite en toda la península ibérica. Una encuesta de Ipsos I&O Public para CAS International, realizada a 7.500 personas en España, Francia y Portugal, reveló que el 77% considera que la tauromaquia causa demasiado sufrimiento y el 58% apoya su prohibición.
“Queremos unas fiestas donde los animales no sufran, donde podamos sentir orgullo por nuestra cultura sin violencia”, concluye Gallego.
