La tauromaquia en España no goza de buena salud. Sobrevive, sí, pero no por interés espontáneo de la ciudadanía, sino conectada a un respirador artificial de dinero público y promoción institucional. Así lo demuestra un exhaustivo análisis de los datos de la última Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales del Ministerio de Cultura (2024-2025), que revela un estancamiento enmascarado y un desplome a largo plazo.
A pesar de las millonarias inyecciones de fondos públicos y de la inclusión de los espectáculos taurinos en el Bono Cultural Joven, el porcentaje de la población española que asiste a cualquier tipo de festejo taurino se mantiene inmóvil en un 8%, la misma cifra que hace seis años. Esta aparente estabilidad es, en realidad, un espejismo que oculta una crisis profunda.
Caída libre a largo plazo y un relevo generacional forzado
La comparativa con los últimos 20 años es demoledora: la asistencia a espectáculos taurinos ha caído un 18%, pasando del 9,8% en 2006 al 8% en 2025. Centrándonos en la última década, la asistencia a espectáculos que implican la muerte del animal, como las corridas de toros, ha descendido un 15%, del 6,9% al 5,9%.
¿Cómo se explica entonces que el porcentaje global no baje? La respuesta está en una estrategia de sustitución generacional forzada. Los datos son claros: mientras la asistencia se desploma entre los adultos y mayores (especialmente en el grupo de 65 a 74 años, con una caída de 1,8 puntos), el único grupo de edad que crece es el de los jóvenes de 15 a 24 años.
Concretamente, la asistencia a corridas entre adolescentes de 15 a 19 años se ha disparado 3,8 puntos porcentuales, un aumento que coincide temporalmente con la inclusión de la tauromaquia en el Bono Cultural Joven. Esta subvención de 400 euros al cumplir la mayoría de edad está actuando como un cebo para un sector en declive natural.
“Los datos muestran que la tauromaquia no está creciendo, sino resistiendo a base de subsidios y políticas de promoción dirigidas a los jóvenes”, señala Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. “Se está intentando maquillar el declive natural de una práctica cada vez más rechazada por la sociedad, utilizando dinero público para captar nuevas generaciones que de otra forma jamás se acercarían a una plaza de toros”.
El auge engañoso de los “festejos populares”
El informe también destaca un cambio en el tipo de espectáculo taurino que atrae al público. Mientras las corridas de capote y espada se estancan, los llamados “festejos populares” (encierros, vaquillas, toros embolados) son los únicos que registran un crecimiento, del 0,7%. Estos eventos, generalmente gratuitos y presentados como folklore, son la puerta de entrada para la “nueva afición”. Este desplazamiento preocupa enormemente, ya que son eventos con menos control donde se producen numerosas muertes accidentales, tanto de animales como de personas.
“Estamos viendo cómo la tauromaquia se reinventa para sobrevivir, infiltrándose en las fiestas de los pueblos bajo la apariencia de tradición local, y en muchas ocasiones secuestrando los presupuestos municipales”, explica Gascón. “Pero detrás de cada encierro o vaquilla hay un animal aterrorizado, golpeado y humillado por diversión. No hay justificación cultural que pueda sostener eso”.
Sin subsidios, no hay futuro
La conclusión del análisis es contundente: sin el apoyo económico y promoción institucional, la tauromaquia se enfrentaría a un colapso inmediato. Lo que el sector celebra como “estabilidad” es, en realidad, un signo de extrema dependencia y de la pérdida de relevancia social de una práctica cruel.
Esta realidad choca con los valores de una sociedad mayoritariamente compasiva y preocupada por los animales. Una encuesta de Ipsos I&O Public para CAS International, realizada a 7.500 personas en España, Francia y Portugal, reveló que el 77% considera que la tauromaquia causa demasiado sufrimiento y el 58% apoya su prohibición.
“Los jóvenes no quieren ver animales sufrir, quieren un país que avance hacia la empatía y el respeto. Por mucho dinero que inviertan en sostener la tauromaquia, el futuro será de quienes entienden que la compasión también es cultura”, sentencia Gascón.
La tauromaquia no es cultura viva, sino una tradición moribunda que solo se mantiene en pie gracias a las muletas del erario público. El futuro, como demuestran las encuestas, pasa por dejar atrás la violencia como espectáculo.
Asistencia a espectáculos taurinos en España
Comparativa entre las Encuestas de Hábitos y Prácticas Culturales del Ministerio de Cultura 2018-2019 y 2024-2025
| Asistencia total (2018-19) |
Asistencia total (2024-25) |
Variación total (puntos %) |
Corridas (puntos %) |
Otros festejos (puntos %) |
|
|---|---|---|---|---|---|
| Total población | 8,0% | 8,0% | 0,0 | 0,0 | +0,7 |
| Hombres | 10,2% | 9,8% | -0,4 | 0,0 | +0,6 |
| Mujeres | 5,8% | 6,3% | +0,5 | -0,1 | +0,7 |
| De 15 a 19 años | 10,5% | 13,6% | +3,1 | +3,8 | +2,8 |
| De 20 a 24 años | 8,1% | 11,6% | +3,5 | +1,9 | +3,1 |
| De 65 a 74 años | 7,6% | 5,8% | -1,8 | -1,3 | -0,6 |
| De 75 años o más | 4,6% | 5,2% | +0,6 | +1,1 | -0,3 |
Fuente: Ministerio de Cultura, Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales 2018-19 / 2024-25.

