El espectacular sexto sentido que salvó a los animales del tsunami asiático

En parque zoológico de Sri Lanka había 200 cadáveres, todos humanos.

07 enero 2005
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En 1976, las culebras salieron de su hibernación en una ciudad china. Muertas de frío, andaban como locas en las calles. La urbe fue evacuada y pocos días más tarde vino un terremoto de 7,6 grados.

La noticia corrió velozmente por todos los diarios del mundo: tras la retirada de las aguas del tsunami asiático, en un parque zoológico en Sri Lanka se hallaron cerca de 200 cadáveres humanos y ninguno animal, a pesar de que la endemoniada ola penetró tres kilómetros tierra adentro.

El parque nacional Yala, que fue devastado, era el hogar de cocodrilos, jabalíes, simios, leopardos, 200 elefantes y otras especies.

Luego se supo que en las ciudades los animales muertos eran escasísimos, a diferencia de lo ocurrido con los hombres. Entonces el enigma se propagó por todos lados. En sitios de internet y diarios se especuló sobre este milagro que dejó a todo el mundo boquiabierto y sintiendo casi el absurdo de haber dado tantos saltos tecnológicos sin reparar en algo tan sencillo como el sexto sentido animal.

Los científicos no se sorprendieron tanto por lo sucedido, pues han constatado a lo largo de la historia muchos casos como el de Sri Lanka, según contó la revista alemana “Der Spiegel”. Por ejemplo, el escritor romano Plinio el Viejo advertía que uno de los cuatro signos de que un terremoto va a venir es la intranquilidad de los pájaros. También el explorador Alexander von Humboldt describió en 1797 que los animales jugaban como locos en la ciudad venezolana de Cumaná poco antes de un terremoto.

Los científicos, sin embargo, no han podido escudriñar en este misterio. Helmut Tributsch, profesor de Química y Física de la Universidad Libre de Berlín, y que viene estudiando los presentimientos animales desde hace 30 años, declaró a la susodicha revista: “Una investigación conducida sobre este sexto sentido es muy difícil, porque el estudio debe ser financiado durante un largo período, pues los grandes terremotos ocurren con poca frecuencia”.

Sin embargo, Tributsch entregó un dato formidable: “Estadísticamente, esta capacidad animal percibe cerca de 20 horas antes un terremoto de 6,5 grados para arriba en la escala de Richter. Y mientras más cerca del sismo estén, más evidentes son sus comportamientos anómalos”.

Destellos de luz

Una teoría para explicar este sentido la sugirieron científicos canadienses en octubre de 2003 en la revista “Seismological Research Letters”. Según ellos, antes de un terremoto se liberan en la atmósfera grandes cargas de energía que gatillan destellos de luz, que podrían ser vistos por los animales. De hecho, un investigador japonés presentó en 1968 fotos con colores azules y rojos en el cielo, que precedieron a una serie de sismos en su país.

El profesor Tributsch dice que este fenómeno se ha documentado varias veces y que es posible que con el sacudón se levanten partículas -como las de los aerosoles- que provocan el derrame de una sustancia llamada serotonina, que provoca miedo y angustia; y esto podría sucederle a los animales.

Según Tributsch, otra explicación, aplicable al terremoto asiático, es la siguiente: como el epicentro se ubicó a 40 kilómetros de profundidad, liberó ondas acústicas que se propagan más rápidamente por tierra que por agua. Y los animales, entonces, habrían percibido esto muchas horas antes de que llegara el tsunami.

El citado maestro contó una anécdota impresionante. A fines de los 60 y comienzos de los 70, el gobierno chino instruyó a la población a atender las reacciones de los animales y comunicárselas a las autoridades. En 1975, en la ciudad de Haicheng, las culebras salieron sorpresivamente de su hibernación y pulularon por las calles muertas de frío. La ciudad fue evacuada pocos días antes de que un terremoto de 7,6 grados derrumbara la ciudad. Apenas hubo cuatro muertos.

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