Les Corts Valencianes aprobaron, con los votos del Partido Popular (PP) y Vox, una proposición para promover la caza en centros educativos de la Comunidad Valenciana. La iniciativa plantea realizar charlas en colegios, programar talleres y actividades extraescolares, organizar campamentos y convivencias ligadas a la actividad cinegética e incluso promover cacerías deportivas con precios especiales para jóvenes y bonos subvencionados para facilitar su acceso.
Vox presentó la medida alegando la necesidad de garantizar el relevo generacional del sector cinegético, que según defienden estaría en declive por la “falta de interés” de los jóvenes. PP respaldó la iniciativa destacando que la caza es, a su juicio, un “importante sector económico con relevancia cultural” que debe ser defendido y promocionado.
Los partidos firmantes insistieron en que la propuesta busca difundir “los valores culturales y naturales” de la caza, argumentando que esta actividad tendría un papel en el control de especies y el mantenimiento de ecosistemas. Sin embargo, no aportaron documentación técnica o científica que demuestre que introducir actividades cinegéticas en centros educativos mejore la conservación de la biodiversidad.
Esta iniciativa llega en un contexto en el que la actividad cinegética en España pierde participantes año tras año. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el número de licencias de caza en España pasó de más de 1.000.000 en los años 90 a alrededor de 750.000 en 2022, con una tendencia descendente sostenida. Esta pérdida de practicantes explica, en gran parte, la urgencia política de fomentar el acercamiento de los jóvenes a la caza.
Meter armas en las aulas
Las reacciones de rechazo no tardaron. PSPV y Compromís calificaron la iniciativa de “descabellada”, denunciando que PP y Vox quieren “meter armas en las aulas” y promover “la cultura de la violencia y la muerte” entre menores.
El portavoz de Compromís en Les Corts, Joan Baldoví, anunció que su grupo hará “todo lo posible y lo imposible” para impedir que esta medida llegue a aplicarse. La diputada Paula Virginia Espinosa comparó la propuesta con “normalizar que haya niños con armas como en Estados Unidos”. Asimismo, la ministra de Ciencia y líder del PSPV, Diana Morant, calificó la medida de “una ocurrencia más” del Gobierno de Carlos Mazón para “desviar el foco de los problemas reales”, como la crisis de la DANA.
¿Educar para convivir o para matar?
Desde una perspectiva pedagógica, gran parte de la crítica gira en torno a la idea de qué valores deben promoverse en la escuela: ¿empatía, respeto y convivencia entre seres vivos, o bien prácticas que implican el uso de armas y la muerte deliberada de animales? Especialistas en educación y bienestar animal subrayan que el entorno escolar debe promover la empatía y la comprensión del sufrimiento de otros seres, un enfoque respaldado por instituciones como la UNESCO, la Organización Mundial de la Salud y el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas. Estos organismos coinciden en que las escuelas deben fortalecer la compasión, la resolución pacífica de conflictos y el respeto hacia la vida.
Frente a ello, la introducción de actividades cinegéticas en centros educativos supone un enfoque opuesto: legitima el uso de armas como herramienta de aprendizaje y sitúa la muerte de animales como parte de la experiencia formativa.
“Pretender enseñar a niñas y niños que matar animales es una actividad recreativa es inaceptable. Hablar de ‘valores culturales’ mientras se normaliza el uso de armas contradice los principios básicos de la educación en empatía, respeto y convivencia. No podemos convertir la violencia contra otros seres vivos en una actividad de ocio escolar”, expresa Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. “La caza no es un juego ni una tradición inocente. Es infligir miedo, persecución y muerte. Que un gobierno quiera introducir esto en colegios dice mucho sobre sus prioridades éticas”.
El trasfondo: una batalla cultural
La ofensiva política para promover la caza en centros educativos no es aislada. Forma parte de una estrategia más amplia donde PP y Vox buscan adoctrinar a los menores en:
- la tauromaquia, como parte de la “identidad cultural” oficial,
- las fiestas populares con maltrato animal,
- y ahora, la caza entre menores.
Todas estas iniciativas comparten un mismo objetivo: detener el avance social hacia la protección y el respeto a los animales, un cambio cultural que se ha acelerado en España en las últimas dos décadas. “Las nuevas generaciones rechazan la violencia hacia los animales. En lugar de aceptarlo, PP y Vox intentan manipular y adoctrinar para frenar la evolución natural de nuestra sociedad hacia la compasión. Esta propuesta es un intento desesperado de mantener viva una actividad que está perdiendo legitimidad social”, agrega Gascón.
Mientras tanto, los datos sociales muestran que cada vez más jóvenes se declaran contrarios a la caza, aumenta el apoyo al reconocimiento de derechos básicos para los animales, y crece la demanda de educación emocional y ambiental no violenta.
La pregunta no es si la caza tiene o no una historia en la Comunidad Valenciana. La cuestión es qué valores queremos que aprendan los menores en los espacios donde se construyen sus principios éticos. La escuela puede ser un espacio para aprender a proteger la vida, a entender la complejidad de los ecosistemas y a construir relaciones respetuosas con todas las formas de existencia. O puede convertirse en un lugar donde se enseña que matar puede ser un juego.
Desde AnimaNaturalis sostenemos que la educación debe estar al servicio de una sociedad más empática, justa y consciente, y no al servicio de intereses políticos que impulsan actividades que implican violencia y sufrimiento. “La caza no debe entrar en las aulas. Ni ahora ni nunca”, concluye Gascón.

