Más de un millón de animales morirán este año por un 0,61% de la población: la cruel realidad de la caza en Madrid

La temporada de caza 2024-2025 comienza en Madrid, con más de un millón de animales en la mira de una minoría de cazadores. Mientras tanto, la fauna silvestre de la región, incluidas especies vulnerables, está en peligro. ¿Hasta cuándo seguirá esta práctica anacrónica?

09 octubre 2024
Madrid, España.

El 8 de octubre marca el inicio de la temporada de caza 2024-2025 en la Comunidad de Madrid. Aunque esta actividad afecta a la vida silvestre y al acceso de los ciudadanos a la naturaleza, solo el 0,61% de la población madrileña practica la caza, según datos oficiales. Sin embargo, este pequeño grupo, compuesto por apenas 42.143 cazadores, tiene acceso a un asombroso 69% del territorio regional para llevar a cabo esta actividad, lo que representa más de 550.000 hectáreas de terreno.

"Es escandaloso que una minoría tan pequeña acapare casi toda la superficie rural de la Comunidad de Madrid para matar animales por diversión, mientras el resto de la población queda relegada de su derecho a disfrutar de la naturaleza de manera pacífica y respetuosa", señala Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España.

Los datos son impactantes. Solo en la pasada temporada, se abatieron 1.050.348 animales, entre los que se incluyen especies como el conejo (479.261), la perdiz (233.282) y el jabalí (8.776), por mencionar solo algunas. Estas cifras no solo reflejan una matanza masiva, sino también un grave riesgo para la biodiversidad de la región.

Impacto en la fauna y especies en peligro

Además de la enorme cantidad de animales sacrificados, el impacto de la caza en especies ya amenazadas es alarmante. Según el Libro Rojo de las Aves de España 2021, especies como la tórtola común y la perdiz roja están en declive y se consideran vulnerables. A pesar de la estrategia de la Comisión Europea de 2018 para salvar la tórtola, la Comunidad de Madrid ha seguido permitiendo su caza.

"Estamos ante una auténtica emergencia ecológica y ética. No solo se está poniendo en riesgo a especies autóctonas, sino que se está perpetuando una actividad que responde a intereses privados y no al bien común ni al bienestar de los animales silvestres", advierte Gascón. La administración regional, que debería velar por la conservación de la fauna, se encuentra en el centro de las críticas de organizaciones ecologistas que denuncian la falta de estudios previos para evaluar la salud de las poblaciones cinegéticas antes de autorizar la caza.

Un caso preocupante es el de la becada, un ave limícola cuya caza está regulada, pero de la que no se han publicado datos recientes. El último informe de la temporada 2018-2019 documenta la muerte de 713 becadas, pero desde entonces, el gobierno regional ha mantenido un silencio alarmante sobre el estado de esta especie.

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Dispersadores de semillas en crisis

Además del impacto directo de la caza sobre la fauna, la pérdida de especies clave está teniendo consecuencias devastadoras para los ecosistemas, especialmente en la regeneración de la flora. Un estudio reciente publicado en la revista Science, ha revelado que el 30% de los animales que desempeñan el papel de dispersadores de semillas en Europa están en peligro de extinción o en declive. Estos animales, que incluyen aves, mamíferos y artrópodos, son esenciales para transportar semillas de diversas especies vegetales, garantizando la expansión y supervivencia de las plantas en entornos fragmentados y amenazados por el cambio climático.

Entre los dispersadores más afectados por la caza en España se encuentran especies como el jabalí y el ciervo, ambos clasificados como superdispersadores. Estos animales transportan y diseminan cientos de semillas cada año, y su desaparición tiene un efecto devastador en la biodiversidad. Sin ellos, muchas plantas no pueden trasladarse a zonas más favorables para su supervivencia, algo especialmente crítico en un contexto de calentamiento global y desertificación. En los bosques mediterráneos, hasta el 60% de las especies dependen de los animales para su dispersión.

Pedro Jordano, investigador del departamento de Ecología Integrativa de la Estación Biológica de Doñana, advierte que la desaparición de estos animales podría llevar al colapso de los bosques: "La dispersión de semillas mediada por animales es esencial para la regeneración forestal. Sin estos dispersadores, muchas especies de árboles y arbustos no podrán expandirse, lo que comprometería la salud de los bosques en el futuro".

El jabalí, por ejemplo, es fundamental para la dispersión de especies vegetales como el arándano o el cerezo silvestre. Con la caza intensiva de estos animales, se está reduciendo significativamente su capacidad de actuar como superdispersadores. A medida que sus poblaciones disminuyen, el futuro de muchas plantas también está en riesgo, lo que a largo plazo podría provocar la desaparición de especies vegetales esenciales para la estructura del bosque.

"Estamos viendo cómo los ecosistemas comienzan a desmoronarse ante nuestros ojos", advierte Gascón. "La caza y la pérdida de dispersadores están desconectando los procesos ecológicos que mantienen viva nuestra biodiversidad".

Una práctica en decadencia

A pesar de que la caza es defendida por algunos como una tradición, lo cierto es que está cada vez más desconectada de la realidad social y ecológica del siglo XXI. Los cazadores, en su mayoría, defienden que esta práctica ayuda a controlar las poblaciones de animales silvestres, sin embargo, los datos demuestran que las medidas de control de especies invasoras, por ejemplo, no son transparentes ni suficientes. Las cifras de especies como cotorras, mapaches o jabalíes abatidos en autorizaciones especiales no se publican, lo que añade incertidumbre sobre la verdadera gestión de estas poblaciones.

Los colectivos ecologistas insisten en que la caza, lejos de ser un instrumento de control, es una actividad anacrónica que responde a los intereses de una minoría. Para la mayoría de la población, representa una amenaza no solo para la fauna, sino también para el acceso seguro a los entornos naturales. Durante la temporada de caza, muchos terrenos públicos y caminos se convierten en áreas peligrosas para las personas que no participan en la actividad.

El futuro de la fauna silvestre en Madrid está en juego. Organizaciones ecologistas y de defensa animal como AnimaNaturalis exigen una reforma urgente de las políticas cinegéticas que tenga en cuenta tanto el bienestar de los animales como el derecho de la mayoría de la población a disfrutar de la naturaleza sin miedo. "Es inaceptable que sigamos autorizando la muerte de más de un millón de animales cada año", declara Gascón. "Los animales no pueden seguir pagando el precio de esta actividad anacrónica y cruel".

La pregunta que queda por responder es si la Comunidad de Madrid está dispuesta a dar un paso hacia una verdadera conservación de su biodiversidad o si seguirá privilegiando a una minoría a costa de la vida silvestre. Desde AnimaNaturalis hacemos un llamado a la ciudadanía a unirse a nuestras campañas para exigir el fin de la caza recreativa en Madrid. Juntos, podemos proteger a las especies vulnerables y garantizar que nuestros espacios naturales sean seguros y accesibles para todos.

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