Sobre los hielos frente a la costa noreste de Canadá comenzó la mayor matanza de mamíferos marinos del mundo, pues el Ministerio de Pesca de ese país autorizó la caza de 320 mil focas arpa.
Varios habitantes de la provincia atlántica, industrialmente pobre, viven de la venta del aceite y la piel de foca cuyo precio se multiplicó por diez en los últimos cinco años.
Junto a los cazadores se encontraban ayer decenas de manifestantes en los témpanos del Golfo de San Lorenzo, quienes alegan que las focas son exterminadas de manera cruel y muchas veces son despellejadas vivas. Por eso reclaman una prohibición mundial a la importación de productos realizados a partir de las focas, tal como se impuso hace poco en Estados Unidos.
También México, Bélgica y Holanda están analizando la posibilidad de implementar una medida de este tipo.
Método sangriento
Los principales compradores -China, Dinamarca y Noruega - hasta ahora no presentaron ninguna objeción a los sangrientos métodos de matanza. Rebecca Aldworth, directora de la organización Canadá Wildlife, recordó que el 95 por ciento de las focas asesinadas no superan los tres meses de vida.
Sin embargo, el gobierno de Canadá justifica la alta cifra de matanzas permitidas -que por primera vez supera el millón de ejemplares - debido a una sobrepoblación de la especie que amenaza las reservas de bacalao en el Atlántico.
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