Rescatamos a 6 conejos de la oscuridad

Una de nuestras investigadoras revela detalles conmovedores de una operación nocturna que liberó a seis conejos de las terribles condiciones en las que vivían. En medio de la cruda realidad que enfrentan los animales en las granjas para carne en España, AnimaNaturalis ha logrado traer un rayo de esperanza a estas vidas.

07 diciembre 2023
Madrid, España.

Hola, soy Lara. Probablemente si estás aquí, es que has visto la investigación que lanzamos recientemente sobre la cría de conejos por su carne en España. 

Las imágenes que obtuvimos son desgarradoras, pero hoy quiero compartir contigo un poco de esperanza entre tanta injusticia. Se trata de las noches en las que logramos liberar de aquel infierno a 6 afortunados.

Los pequeños Mikel, Floc, Marta y Neu apenas tendrían dos semanas cuando los encontramos en aquel foso. Estaban sobre excrementos, rodeados de insectos y sin acceso a comida ni agua. No sabemos cuánto tiempo llevaban ahí, pero tenemos claro que no habrían podido sobrevivir muchas horas más.

Las condiciones de higiene de la granja eran pésimas. Las jaulas se veían antiguas y oxidadas, y algunas incluso rotas. Al inspeccionar el lugar vimos varios gazapos en el suelo, así que decidimos llevarnos todos los que pudiéramos.

Sinceramente, por un momento me sentí sobrepasada.¿Quién soy yo para decidir quién vive y quién muere? El plan era claro: debíamos cogerlos en el mínimo tiempo posible, salir con ellos de la granja y ponernos a salvo, pero la certeza de lo que les ocurriría a los que dejásemos atrás me paralizaba. 

¿Quién tenía más posibilidades de sobrevivir? ¿Quién necesitaba ayuda más urgente? Mientras me arrastraba por el suelo tratando de alcanzarlos, asumí que no encontraría respuestas.

No era justo. Yo no debería tener que tomar una decisión así pero, mucho más importante, ninguno de ellos debería estar allí. Lo único seguro era que todos a los que no pudiésemos ayudar iban a morir, ya fuese en la granja o en el matadero. Así que debíamos dejar de pensar y actuar rápido. 

Comenzamos a recorrer la nave a toda velocidad, conseguimos atrapar a cuatro y los acomodamos en una caja caliente. Sólo fue al llegar al coche, con los cuatro durmiendo plácidamente, cuando toda la angustia se tornó en alivio. Lo peor ya había pasado.

Pero rescatar a un animal no sólo consiste en sacarle del lugar dónde lo explotan. Lo más importante es poder garantizarle unas condiciones de vida dignas, donde vaya a ser atendido como merece, pueda recuperarse y pasar el resto de sus días libre de sufrimiento. 

Por suerte, los compañeros del Refugi El Cau del Bosc no dudaron ni un minuto en aceptar hacerse cargo de ellos. Al día siguiente, los conejos ya estaban de camino al lugar donde recibirían todos los cuidados necesarios, a su nueva vida. 

En la revisión veterinaria pudimos ver que todos ellos tenían hongos, parásitos y estaban desnutridos. Mikel, el pequeño Mikel… él era el más débil. Su cuerpecito no pudo recuperarse y fue el primero en morir. Tampoco lo logró Marta, a pesar de los esfuerzos de sus cuidadores.

Fue un golpe muy duro, desde luego, pero al menos teníamos la tranquilidad de que se habían ido colmados de atención y cariño. 

¡La buena noticia es que Floc y Neu lo consiguieron! Ellos siguen viviendo felices, casi un año después, y disfrutan de todas las atenciones, una gran familia de conejos y espacio para desarrollar sus comportamientos naturales en El Cau del Bosc.

Después del primer rescate seguimos trabajando durante varias noches y, más adelante, tuvimos otra oportunidad. 

Aquella granja es sin duda uno de los lugares más nauseabundos que he pisado. Aunque apenas estaba a la mitad de su capacidad, los fosos rebosaban de purines, inundando los pasillos, y el hedor era insoportable aún con la mascarilla puesta.

Los conejos que estaban allí tenían unos tres meses. Puede parecer poco tiempo, pero para un conejo criado por su carne es prácticamente toda su vida. Estaban a punto de alcanzar el peso óptimo para el mercado y, por tanto, de ir al matadero.

Mientras inspeccionábamos el lugar, nos percatamos de que había un conejo deambulando por el suelo. Tenía las orejas y la nariz grises en contraste con el resto de su cuerpo blanco, que en ese momento estaba cubierto de suciedad. 

Carlitos estaba muy delgado y pude sentir su columna. Probablemente llevaba días sin comer y tenía una herida bastante fea en uno de sus dedos. Sin que opusiera demasiada resistencia, pudimos cogerlo en brazos para sacarlo de allí.

Después nos fijamos en Zuri. Él estaba completamente sólo en una jaula, muy sucio. Ladeaba la cabeza por una infección de oído y se rascaba la oreja con fuerza. Aún había espacio para él y decidimos ayudarle.

Después de visitar al veterinario, tuvimos que bañarlos con cuidado, darles medicación y curar sus heridas durante días. 

Carlitos y Zuri fueron adoptados por una familia con la que pudieron mostrarse tal y como eran. Cada día comían frutas y verduras frescas y disfrutaron durante medio año de un enorme jardín donde eran libres para correr, saltar y excavar. 

Aquí sintieron por primera vez la luz del sol y pudieron estirarse completamente sobre la hierba. Les gustaba rascarse con las ramas que su familia dejaba para ellos y aprovechaban cualquier descuido para robar unas cuántas hojas de los manzanos.

Espero que la historia de Carlitos, Zuri, Mikel, Neu y los demás te recuerde por qué luchamos y te llene de esperanza para seguir haciéndolo.

Millones de conejos y otros animales anónimos sufren cada día en las granjas industriales, pero tú también puedes hacer algo para cambiar esa realidad. 

Elegir alternativas de origen vegetal es la mayor muestra de rechazo que puedes hacerle a la violencia de la industria de la carne, la leche o los huevos.

Pero además, puedes ayudarnos para que podamos realizar más investigaciones y para que el sufrimiento de los conejos no quede oculto como pretende la industria. Cada contribución, por pequeña que sea, nos acerca un paso al fin de esta crueldad. Por favor, no nos dejes solas en esta lucha. 

Por un mundo más justo para todos, 
Lara.
 

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