Carta a Carlitos, el conejo valiente

La adoptante de Carlitos y Zuri, dos de los conejos rescatados de la industria cárnica por AnimaNaturalis, plasma en una carta de despedida lo mucho que significó para su familia el tiempo que compartieron juntos.

16 enero 2024
Madrid, España.

Mi querido Carlitos,

Naciste en una granja oscura e insalubre de cualquier pueblo de España donde a tu madre quizás aún la explotan criando gazapos hasta la muerte.

Pero tú eras valiente. 

Conseguiste escapar de tu jaula y saborear por primera vez la libertad en ese lugar horrible, rodeado de telarañas y excrementos.

Herido, sucio y desnutrido te encontraron las almas buenas de AnimaNaturalis, que no pudieron mirar para otro lado y te sacaron de allí junto a Zuri.

Tenías tu patita herida, ácaros y desnutrición, pero te aferraste a la vida con todas las fuerzas que te quedaban.

Te cuidé como a un bebé, te di la medicación, curé tu patita, limpié tus orejas enfermas… Y tú entendiste desde el primer momento que todo lo que te hacía era para sanarte, por eso me dejabas tenerte en mis brazos.

Estabas muy malito, y se complicó aún más con una fuerte diarrea. El veterinario dijo que todo dependería de tus ganas de vivir, ¡y vaya si las tenías! 

Eras un conejo valiente. 

Poco a poco cogiste fuerzas y ganaste vitalidad. Siempre acudías a mi como un perrito cuando te llamaba por tu nombre, saltando, lleno de alegría.

Lo primero que hacía cada día era abrir vuestra casita de madera para que pasáseis el día libres en el jardín. Os daba el pienso, hierba fresca y vuestros trocitos de zanahoria o manzana. Qué carreras y excavaciones hacíais juntos, ¡ni un rosal quedó en pie!

Pero todo merecía la pena por veros felices.

Un día, noté que tenías los ojitos hinchados y que no estabas bien. Fuimos inmediatamente al veterinario y la noticia fue devastadora. Nos dijo que no había nada que hacer, que ese maldito virus de la mixomatosis era letal.

Pero me negué a darme por vencida. ¡Eras mi Carlitos valiente! 

Aunque tenías los ojitos, las orejas y los genitales muy inflamados, comías lo que te acercaba a la boca y bebías de la jeringa. Seguías reconociendo mi voz y todos los días recuperabas un ratito las fuerzas después de tu inyección.

Luchamos juntos hasta el final y, aunque esta vez perdiste la batalla, ganaste para siempre un hueco en el corazón de esta familia. 

Me consuela pensar que aunque fue corta, disfrutaste de tu vida con Zuri y que gozásteis de la libertad y el cariño que todos mereceis. 

A pesar de lo triste que estoy, ¡cuánto me alegro de haberos tenido en mi vida!

AnimaNaturalis trabaja incansablemente por un mundo más justo para todos, pero sólo con tu ayuda podemos seguir adelante y seguir ayudando a miles de animales anónimos como Carlitos.

Considera hacer un donativo y recuerda que la mejor decisión que podemos tomar para ayudar a los animales es dejar de consumirlos. Elige opciones vegetales cada día.